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La Historia de la Redención
hombre caído podría de nuevo ser exaltado para obtener el favor de
Dios y gozar del cielo.
Entonces éste se llenó de un gozo inefable. Y la hueste angélica
entonó un himno de alabanza y adoración. Pulsaron sus arpas y ento-
naron una nota más elevada que nunca antes por la gran misericordia
y la condescendencia de Dios al entregar a su muy Amado para que
muriera por una raza de rebeldes. La alabanza y la adoración se
derramaron por la abnegación y el sacrificio de Jesús; por el hecho
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de que consintiera en dejar el seno de su Padre y eligiera una vida
de sufrimiento y angustia, para morir una muerte ignominiosa con
el fin de dar vida a otros.
El ángel dijo: “¿Piensas tú que el Padre entregó a su amado Hijo
sin conflicto alguno? No, no. El mismo Dios del cielo tuvo que luchar
para decidir si dejaría perecer al hombre culpable o daría a su amado
Hijo para que muriera por él”. Los ángeles estaban tan interesados
por la salvación del hombre que se podía encontrar entre ellos a
quienes hubieran estado dispuestos a abandonar la gloria y dar su
vida por el hombre perdido. “Pero -dijo mi ángel acompañante-, de
nada valdría. La transgresión es tan grande que la vida de un ángel
no puede pagar la deuda. Nada fuera de la muerte y la intercesión de
su Hijo podía pagar la deuda y salvar al hombre perdido del pesar y
la miseria sin esperanzas”.
Pero a los ángeles se les asignó una tarea, es a saber, subir y bajar
con el bálsamo fortalecedor procedente de la gloria, para suavizar
los sufrimientos del Hijo de Dios y servirle. También tendrían la
tarea de guardar y proteger a los súbditos de la gracia de los ángeles
impíos y de las tinieblas que constantemente arrojaría contra ellos
Satanás. Vi que era imposible que Dios alterara o cambiara su ley
para salvar al hombre perdido y a punto de perecer; por eso permitió
que su amado Hijo muriera por la transgresión del hombre.
Satanás se regocijó una vez más con sus ángeles de que hubiera
podido derribar al Hijo de Dios de su exaltada posición al provocar
la caída del hombre. Dijo a sus ángeles que cuando Jesús tomara
la naturaleza del hombre caído, podría dominarlo e impedir que
cumpliera el plan de salvación.
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Se me mostró a Satanás como fue una vez, un ángel feliz y
exaltado. Después lo vi como es ahora. Su aspecto sigue siendo
principesco. Sus rasgos siguen siendo nobles, porque es un ángel