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La Historia de la Redención
Este no se sentía feliz con sus casamientos, aunque sus espo-
sas eran hermanas. Formalizó un contrato matrimonial con Labán
teniendo en vista a su hija Raquel, a quien amaba. Después de ser-
vir siete años por ésta, Labán lo engañó y le dio en cambio a Lea.
Cuando se dio cuenta de que lo habían engañado, y que Lea había
desempeñado su parte en la estafa, no la pudo amar. Su tío quería
conservar los fieles servicios de Jacob por un tiempo más prolon-
gado, y por eso lo engañó dándole a Lea en lugar de Raquel. Jacob
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reprendió a Labán por tratar con tanta liviandad sus afectos al darle
a Lea, a quien no amaba. El padre rogó a Jacob que no la repudiara,
pues en ese tiempo ésto se consideraba una tremenda desgracia,
no sólo para la esposa sino para toda la familia. Jacob se vio en
una situación muy difícil, pero decidió finalmente conservar a Lea
y casarse también con su hermana. Aquélla recibió mucho menos
amor que Raquel, por supuesto.
Labán fue egoísta en su trato con Jacob. En lo único que pensó
fue en sacar ventajas de las fieles labores de su sobrino. Este podría
haberse apartado mucho antes del artero Labán, pero temía encon-
trarse con Esaú. Escuchó las quejas de los hijos de aquél, que decían:
“Jacob ha tomado todo lo que era de nuestro padre, y de lo que era
de nuestro padre ha adquirido toda esta riqueza. Miraba también
Jacob el semblante de Labán, y veía que no era para con él como
había sido antes”.
Estaba angustiado; no sabía qué camino tomar. Llevó su caso
al Señor y le suplicó que lo dirigiera. El Altísimo respondió mise-
ricordiosamente su angustiada oración. “Vuélvete a la tierra de tus
padres, y a tu parentela, que yo estaré contigo.
“Envió, pues, y llamó a Raquel y a Lea al campo donde estaban
sus ovejas, y les dijo: Veo que el semblante de vuestro padre no es
para conmigo como era antes; mas el Dios de mi padre ha estado
conmigo. Vosotras sabéis que con todas mis fuerzas he servido a
vuestro padre; y vuestro padre me ha engañado y me ha cambiado el
salario diez veces; pero Dios no le ha permitido que me hiciese mal”.
Jacob les contó el sueño que le había dado Dios, en el cual le dijo
que abandonara a Labán y regresara a casa de sus parientes. Raquel
y Lea también expresaron su insatisfacción por los procedimientos
de su padre. “¿Tenemos acaso parte o heredad en la casa de nuestro
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padre? ¿No nos tiene ya como por extrañas, pues que nos vendió, y