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La Historia de la Redención
La opresión
El nuevo rey de Egipto se dio cuenta de que los hijos de Israel
eran sumamente valiosos para el reino. Muchos de ellos eran obreros
capaces e inteligentes, y no estaba dispuesto a perder el fruto de
sus labores. Este rey ubicó a los hijos de Israel entre los esclavos
que habían vendido al reino sus rebaños, sus ganados, sus tierras, y
también se habían vendido a sí mismos. “Entonces pusieron sobre
ellos comisarios de tributos que los molestaran con sus cargas;
edificaron para Faraón las ciudades de almacenaje, Pitón y Ramesés.
“Pero cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y
crecían, de manera que los egipcios temían a los hijos de Israel.
Y los egipcios hicieron servir a los hijos de Israel con dureza, y
amargaron su vida con dura servidumbre, en hacer barro y ladrillo, y
en toda labor del campo y en todo su servicio, al cual los obligaban
con rigor”.
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Forzaban a sus mujeres a trabajar en el campo como si fueran
esclavas. No obstante, éstas no disminuían en número. Cuando el
rey y sus funcionarios se dieron cuenta de que aumentaban cons-
tantemente, celebraron consulta para obligarlos a cumplir una cierta
cantidad de labor cada día. Trataban de someterlos mediante duro
trabajo, y se enfurecían porque no podían lograr que su número
disminuyera ni podían tampoco destruir su espíritu independiente.
Y puesto que no pudieron cumplir sus propósitos, endurecieron
sus corazones para avanzar un poco más. El rey ordenó que se diera
muerte a los hijos varones tan pronto como nacieran. Satanás estaba
detrás de todo esto. Sabía que surgiría un libertador entre los hebreos
que los rescataría de la opresión. Creyó que si podía inducir al rey
a destruir a los niños varones, el propósito de Dios se malograría.
Pero las mujeres temían a Dios y no cumplieron la orden del rey de
Egipto; por el contrario, dejaron con vida a los niños varones.
Esas mujeres no se atrevieron a dar muerte a los niños hebreos,
y porque no obedecieron el mandamiento del rey el Señor les dio
prosperidad. Cuando éste se enteró de que su orden no había sido
obedecida, se enojó muchísimo. Entonces le dio a ésta un carácter
más definido y más amplio. Encargó a todo su pueblo que mantuviera
estricta vigilancia y dijo: “Echad al río a todo hijo que nazca y a
toda hija preservad la vida”.