Página 99 - La Historia de la Redenci

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Se manifiesta el poder de Dios
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perseguido y dado muerte a sus hijos. Sus propias vidas eran una
carga pesada, a pesar de que creían en el Dios del cielo y lo adoraban.
Entonces comparaban su condición con la de los egipcios. Estos
no creían en absoluto en un Dios viviente capaz de salvar o destruir.
Algunos de ellos adoraban ídolos, imágenes de madera y piedra,
mientras otros rendían culto al sol, a la luna y a las estrellas; pero
prosperaban y eran ricos. Algunos hebreos pensaban que si el Señor
era superior a todos los dioses no los dejaría sometidos a la esclavitud
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en medio de una nación idólatra.
Los fieles siervos de Dios comprendían que el Señor había per-
mitido que fueran a Egipto por causa de su infidelidad como pueblo
y a su disposición a casarse con gente de otras naciones, para ser de
ese modo arrastrados a la idolatría. Y declaraban firmemente ante
sus hermanos que el Altísimo pronto los sacaría de Egipto y que
quebrantaría el yugo de opresión.
Llegó el momento cuando el Señor iba a responder las oraciones
de su pueblo oprimido, para sacarlo de Egipto con un despliegue
tan grande de su poder, que los egipcios se verían obligados a reco-
nocer que el Dios de los hebreos, a quien habían despreciado, era
superior a todos los dioses. Los castigaría además por su idolatría
y por sus orgullosas baladronadas acerca de las bendiciones que
habrían derramado sobre ellos sus dioses inertes. El Señor iba a glo-
rificar su nombre para que otras naciones pudieran oír algo acerca
de su poder y temblaran ante lo extraordinario de sus acciones, y
para que su pueblo, al presenciar sus obras milagrosas, se apartara
definitivamente de la idolatría y le rindiera un culto sin mácula.
Al liberar a Israel de Egipto Dios manifestó plenamente sus
misericordias especiales en favor de su pueblo en presencia de todos
los egipcios. El Señor consideró adecuado ejecutar sus juicios sobre
Faraón para que éste aprendiera por triste experiencia, ya que de
otra manera no se convencería, que su poder era superior al de todos
los demás. Para que su nombre fuera proclamado por toda la tierra,
daría una prueba ejemplar y demostrativa a todas las naciones acerca
de su poder divino y su justicia. Era el propósito de Dios que esta
exhibición de poder fortaleciera la fe de su pueblo, de modo que su
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posteridad lo adorara siempre sólo a él, al que había llevado a cabo
tantas misericordiosas maravillas en su favor.