Página 102 - Liderazgo Cristiano (2003)

Basic HTML Version

98
Liderazgo Cristiano
El costo de las prácticas fraudulentas
—“Debemos recordar
que las discordias y las transacciones tramposas jamás servirán a
la causa de enriquecer las instituciones de Dios. Dios, por medio
de su providencia, elimina el dinero granado por medio de ardides
[90]
fraudulentos. La práctica de artimañas tramposas siempre produce
descontento y desunión. Provoca falta de confianza. Se crea la im-
presión de que hay algunos que constantemente tratan de ganarle
a otros en el negocio. Existen quienes siempre tratan de imponer
condiciones que no son justas ni rectas porque piensan que pueden
imponerlas, y lo harán. Los principios equivocados que por años se
han introducido en la obra deben ser eliminados de raíz. El amor
fraternal debe prevalecer. Los que creen que pueden obtener lucro
para la causa por medio de prácticas fraudulentas y tácticas munda-
nas, no glorifican a Dios. El Señor no acepta ni una jota y ni un tilde
de tales ofrendas. Dios odia tales demostraciones”.
Manuscrito 16,
1901, p. 14
, (25 de febrero de 1901, testimonio a la iglesia de Battle
Creek).
Las finanzas deben ser atendidas por hombres de negocios
“Es un gran error que un pastor que tenga el don de predicar el
evangelio con poder, necesite ocuparse constantemente de asuntos
financieros. El que proclama la Palabra de vida no ha de permitir que
se coloquen sobre él demasiadas cargas. Ellos deben poder dedicar
tiempo a estudiar la Palabra y examinarse a sí mismos. Si escudriñan
su propio corazón y se entregan al Señor, aprenderán mejor cómo
comprender los misterios de Dios...
“Las finanzas de la causa han ser manejadas adecuadamente por
hombres de capacidad comercial; pero los predicadores y evangelis-
tas están apartados para otro ramo de trabajo. Descanse el manejo
de los asuntos financieros sobre otras personas, y no sobre aquellas
que han sido apartadas para la obra de la predicación del evangelio.
Nuestros misioneros no han de ser cargados pesadamente con los
detalles económicos de la obra evangélica que se realiza en nuestras
grandes ciudades. Los que están a cargo de nuestras asociaciones
deben encontrar a hombres de negocio para que cuiden de los deta-
lles financieros de la obra en la ciudad. Si no puede hallarse a tales
personas, provéanse facilidades para que se eduquen a hombres que
lleven esas cargas.