Página 103 - El Ministerio de la Bondad (1977)

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En las pisadas del maestro
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de los brazos, a fin de obrar activa y agresivamente. El cuerpo no ha
de convertirse en el brazo. Cada miembro tiene una obra señalada
que realizar.—
Manuscrito 105, 1899
.
La oración del médico misionero
—Los pastores y maestros
han de trabajar inteligentemente en sus tareas específicas, instru-
yendo a los miembros de iglesia en la manera de trabajar en las
tareas médic-omisioneras. Cuando los profesos seguidores de Cristo
tienen a un Salvador que mora en ellos, serán hallados haciendo lo
que Cristo hizo. No tendrán la oportunidad de herrumbrarse por la
inacción. Tendrán suficiente que hacer. Y la obra que hagan bajo los
auspicios de la iglesia, será su medio máximo de comunicar la luz.
El hombre que trabaja de acuerdo con el plan de Dios orará:
“Sépase hoy en mi obra para la humanidad doliente que hay un Dios
en Israel y que yo soy su siervo; véase que estoy procediendo, no de
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acuerdo con mis propios impulsos y sabiduría, sino con tu Palabra”.
Cuando el hombre se coloca en esta actitud y comprende que
está realizando el plan de Dios y que Dios está realizando su plan
mediante él, está en posesión del poder divino que no conoce la
derrota. Todo el poder contrarrestador del enemigo no tiene más
importancia que el polvillo que queda al trillar.—
Manuscrito 115,
1899
.
Traerá vida a las iglesias
—Diría a mis hermanos en el minis-
terio: Proseguid esta obra con tacto y habilidad. Poned al trabajo
a los jóvenes y señoritas de nuestras iglesias. Combinad la obra
médico-misionera con la proclamación del mensaje del tercer ángel.
Haced esfuerzos regulares y organizados para levantar a las iglesias
del nivel de muerte en el cual han caído y donde han permanecido
durante años. Enviad a la iglesia obreros que pongan los principios
de la reforma pro salud en su relación con el mensaje del tercer ángel
delante de cada familia e individuo. Animad a todos a participar en
la obra para sus prójimos, y veréis si el pan de la vida no vuelve
rápidamente a estas iglesias.—
Carta 54, 1898
.
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