Página 140 - El Ministerio de la Bondad (1977)

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El Ministerio de la Bondad
poderosos, pero derrama menosprecio sobre los ricos y poderosos e
insta a todos los que lo aceptan a obrar las obras de Cristo, ayudando
a los que son destituidos, despreciados, abandonados, afligidos.
Los que emprenden la obra por amor a Cristo y el amor a las
almas, trabajarán dentro de la línea de conducta de Cristo. Este
mundo es un lazareto de enfermedades, pero Cristo vino a curar a
los enfermos, a consolar a los quebrantados de corazón, a proclamar
libertad a los cautivos, a dar vista a los ciegos. El Evangelio es
la misma esencia de la restauración, y Cristo quiere que nosotros
instemos a los quebrantados de corazón, los desesperanzados y los
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afligidos para que se aferren de la fortaleza de Cristo; pues ha llegado
el año aceptable del Señor.—
Manuscrito 65b, 1898
.
El cristianismo es el solaz de los pobres
—Hay una relación
entre la religión de Cristo y la pobreza. El cristianismo es el solaz de
los pobres. Hay una falsa religión, que pone en peligro a las almas
de los que la practican, que enseña que los placeres y goces egoístas
son la esencia de la felicidad. Pero la parábola del rico y Lázaro nos
muestra que esto es falso. Llegó un tiempo cuando el rico hubiera
dado todo lo que poseía por cambiar su lugar con Lázaro, que una
vez fué pobre y estuvo cubierto de llagas.
En la humanidad de Cristo hay hilos de oro que atan al pobre que
es creyente y confía, con la propia alma de Cristo de infinito amor.
El es el gran Médico. En nuestro mundo llevó nuestras debilidades y
nuestras cargas. Es el poderoso Sanador de todas las enfermedades.
Fué pobre y, sin embargo, fué el centro de todo bien, de toda bendi-
ción. Es un reservorio de poder para todos a fin de que consagren
sus facultades a la obra de llegar a ser hijos de Dios.—
Manuscrito
22, 1898
.
Cristo quitó el estigma de la pobreza
—Cristo siempre ha sido
el amigo de los pobres. Eligió la pobreza y la honró haciendo de ella
su suerte. La ha despojado para siempre del reproche de desprecio,
al bendecir a los pobres, los herederos del reino de Dios. Tal fué su
obra. Al consagrarse a sí mismo a una vida de pobreza, la redimió de
su humillación. Ocupó su puesto con los pobres, para poder quitar
de la pobreza el estigma que el mundo le había puesto. El sabía
el peligro del amor a las riquezas. Sabía que este amor es ruinoso
para muchas almas. Coloca a los que son ricos en una situación
en la que pueden satisfacer todo deseo de grandeza. Les enseña a
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