Página 141 - El Ministerio de la Bondad (1977)

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La obra en favor de los pobres
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menospreciar a los que sufren la presión de la pobreza. Fomenta
la debilidad de las mentes humanas y demuestra que, a pesar de la
abundancia de riquezas, los ricos no son ricos en Dios.
El carácter de muchos ha sido modelado por la falsa estima que
se coloca en los ricos en riquezas de este mundo. El que posee casas
y tierras, alabado y engañado por el respeto que se le prodiga, puede
despreciar a los pobres, que poseen virtudes que el rico no tiene.
Cuando sea pesado en las balanzas de oro del santuario, el egoísta
y ambicioso rico será encontrado falto, mientras que el pobre, que
haya dependido con fe en Dios solamente para su virtud y bondad,
será declarado heredero de las riquezas eternas en el reino de Dios
(
Ibid
.).
Los grandes hombres del mundo no pueden resolver el pro-
blema
—Las grandes ciudades contienen multitudes indigentes, pri-
vadas casi por completo de alimentos, ropas y albergue, entretanto
que en las mismas ciudades se encuentran personas que tienen más
de lo que el corazón puede desear, que viven en el lujo, gastando su
dinero en casas lujosamente amuebladas y el adorno de sus personas,
o lo que es peor aún, en golosinas, licores, tabaco y otras cosas que
tienden a destruir las facultades intelectuales, perturban la mente
y degradan el alma. Los gritos de las multitudes que mueren de
inanición suben a Dios. ...
Raros son, aun entre los educadores y los gobernantes, quienes
perciben las causas reales de la actual situación de la sociedad.
Aquellos que tienen en sus manos las riendas del poder son incapaces
de resolver el problema de la corrupción moral, del pauperismo y
el crimen que siempre aumentan. En vano se esfuerzan por dar
a los asuntos comerciales una base más segura. Si los hombres
quisieran prestar más atención a las enseñanzas de la Palabra de
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Dios, hallarían la solución de los problemas que los preocupan.—
Joyas de los Testimonios 3:280-282
.
El plan de Dios para que Israel controlara la desigualdad
Debía hacerse comprender a todos que los pobres tienen tanto dere-
cho como los más ricos a un sitio en el mundo de Dios.
Tales fueron las medidas que nuestro Creador misericordioso
tomó para aminorar el sufrimiento e impartir algún rayo de esperanza
y alegría en la vida de los indigentes y angustiados.