Página 150 - El Ministerio de la Bondad (1977)

Basic HTML Version

146
El Ministerio de la Bondad
ción del lado del Señor, deben ver en los adventistas del séptimo día
un pueblo de corazón afectuoso, abnegado y que se sacrifica; que
con alegría y gustosamente socorren a sus hermanos necesitados. A
esta clase especial el Señor habla cuando dice: “A los pobres errantes
metas en casa”.
Isaías 58:7
.—
Testimonies for the Church 6:85
.
Proveed terreno para familias pobres
—Donde el colegio está
establecido [en Australia] debe haber terreno para huertos y jardines,
donde los estudiantes puedan hacer ejercicio físico combinado con
trabajo mental, y así algunos paguen la mitad o todo su curso en el
colegio. También debería comprarse terreno, en el que las familias
que no pueden obtener trabajo en las ciudades a causa de la obser-
vancia del sábado, puedan comprar pequeñas granjas y ganarse la
vida. Esta es una real necesidad en este país. Debe darse instrucción
en cuanto a labrar la tierra, y debemos esperar que el Señor bendiga
[193]
este esfuerzo.—
Manuscrito 23, 1894
.
Nuestro deber para con las familias pobres
—Muchas veces
se hacen preguntas referentes a nuestro deber con los pobres que
aceptan el tercer mensaje; y nosotros mismos hemos deseado du-
rante mucho tiempo saber cómo tratar con discreción los casos de
familias pobres que aceptan el sábado. Pero mientras me hallaba en
Roosevelt, estado de Nueva York, el 3 de agosto de 1861, me fueron
mostradas algunas cosas respecto a los pobres.
Dios no requiere de nuestros hermanos que se hagan cargo de
cada familia pobre que acepta este mensaje. Si lo hubiesen de hacer,
los predicadores dejarían de entrar en nuevos campos porque los
fondos se agotarían. Muchos son pobres por falta de diligencia y
economía. No saben usar correctamente sus recursos. Si se les ayu-
dase, ello los perjudicaría. Algunos serán siempre pobres. Con tener
las mejores ventajas, sus casos no mejorarían. No saben calcular
y gastarían todos los recursos que podrían obtener, fuesen muchos
o pocos. No saben negarse ciertas cosas y economizar para evitar
deudas y ahorrar algo para los tiempos de necesidad. Si la iglesia
ayudase a los tales, en vez de dejarlos fiar en sus propios recursos,
les perjudicaría al fin; porque confían en la iglesia y esperan recibir
ayuda de ella, y no practican la abnegación y economía cuando están
bien provistos. Y si no reciben ayuda cada vez, Satanás los tienta,
se ponen celosos y se erigen en conciencia de sus hermanos, pues
temen que éstos dejarán de sentir su deber para con ellos. Ellos