Página 157 - El Ministerio de la Bondad (1977)

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Incrédulos pobres
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tan tierna simpatía por otros que prodigamos nuestros beneficios y
privilegios para aliviar las necesidades de ellos.—
Carta 116, 1897
.
Debemos representar a Cristo dándonos completamente para
otros. Hemos de trabajar bajo la orden que Cristo dió a sus discípulos:
“Id, y doctrinad a todos los gentiles, bautizándolos en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo: enseñándoles que guarden
todas las cosas que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros
todos los días, hasta el fin del mundo”. Por lo tanto, ésta es nuestra
obra, alcanzar a la gente que está desatendida, y ganarla para Cristo.
Hasta hace poco, nuestro pueblo ha hecho poco o nada para
ayudar a éstos. Cristo no vino para llamar al arrepentimiento a los
justos, sino a los pecadores. El demanda que cada alma considere la
eficacia de su sangre como de valor ilimitado, capaz de salvar hasta lo
sumo a todos los que sean persuadidos de ir a él. Demanda que cada
individuo de nuestra raza humana, formado a su imagen, recuerde
que Dios es infinito y que su amor revelado en la expiación de Cristo
en favor de toda la humanidad, pone de manifiesto el valor en que
el Salvador tiene a la humanidad. Les ordena que vengan a él para
ser salvos Debemos ir a la Fuente de todas nuestras misericordias.
Cristo usará a los hombres como sus agentes para salvar del pecado
a sus prójimos.—
Carta 33, 1898
.
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