Capítulo 23—Ayudad a los pobres a ayudarse a si
mismos
Educad a los pobres a depender de sí mismos
—Algunos hom-
bres y mujeres de Dios, algunas personas de discernimiento y sabidu-
ría, debieran ser designadas para atender a los pobres y menesterosos,
en primer lugar a los de la familia de la fe. Dichas personas deben
dar a la iglesia su informe y su parecer acerca de lo que debe ser
hecho.
En vez de estimular a los pobres a pensar que pueden conseguir
que se les provea gratis o casi gratis lo que necesitan para comer
y beber, debemos ponerlos en situación de ayudarse a sí mismos.
Debemos esforzarnos por proveerles trabajo y, si es necesario, en-
señarles a trabajar. Enséñese a los miembros de las familias pobres
a cocinar, a hacer y arreglar su propia ropa, a cuidar debidamente
su casa. Enséñese cabalmente a los niños y niñas algún oficio u
ocupación útil. Debemos educar a los pobres para que se sostengan
a sí mismos. Esto será un auxilio verdadero, porque no sólo les dará
sostén propio, sino que los habilitará para ayudar a otros.—
Joyas de
los Testimonios 2:516
.
Una invitación a los hombres de pensamiento y de recur-
sos
—Con frecuencia surge la pregunta: ¿Qué se puede hacer donde
prevalece la pobreza y ha de hacérsele frente a cada paso? En tales
circunstancias, ¿cómo se pueden impresionar en la mente ideas co-
rrectas de mejoramiento? Ciertamente, la obra es difícil y a menos
que los maestros, los pensadores y los que tienen recursos ejerciten
sus talentos para elevar a otros, como los elevaría Cristo si estuvie-
ra en su lugar, quedará sin hacerse una obra importante. Nunca se
realizará la reforma necesaria a menos que hombres y mujeres sean
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ayudados por un poder que no está en ellos. Los que tienen talentos
y capacidades deben usar esos dones para bendecir a sus prójimos,
trabajando para colocarlos en una posición donde puedan ayudarse
a sí mismos. Así debe usarse para su mejor propósito la educación
obtenida en nuestros colegios.
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