Página 161 - El Ministerio de la Bondad (1977)

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Ayudad a los pobres a ayudarse a si mismos
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tierra y hacerla productiva. Pueden enseñarles también el uso de los
aperos de labranza, los diferentes cultivos, la formación y el cuidado
de los huertos.
Entre los que labran el suelo son muchos los que, por descuido,
no tienen rendimiento adecuado. Sus huertos no están debidamente
atendidos, las siembras no se hacen a tiempo, y el cultivo es su-
perficial. Los tales achacan su fracaso a la esterilidad del suelo. A
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menudo se miente al condenar un suelo que, bien labrado, hubiera
dado abundante rendimiento. Los planes mezquinos, el poco esfuer-
zo hecho, el escaso estudio dedicado a los mejores métodos, piden a
gritos una reforma.—
Ibid. 145
.
Aun los más pobres pueden mejorar su ambiente madrugando y
trabajando diligentemente. ... Mediante el trabajo diligente, usando
de la manera más sabia cada talento, aprendiendo a no malgastar el
tiempo, llegarán a tener éxito en la forma de aprovechar sus terrenos
y en el cultivo de su tierra.—
Testimonies for the Church 6:188, 189
.
Establecimiento de industrias
—Hay que prestar atención a
la implantación de diversas industrias que puedan dar empleo a
familias pobres. Carpinteros, herreros y, en una palabra, todo el
que entienda de algún oficio, debe sentirse moralmente obligado a
enseñar y ayudar a los ignorantes y desocupados.
En el servicio y asistencia de los pobres, hay ancho campo para la
actividad de mujeres y hombres. Se necesita la ayuda de la cocinera
entendida, de la mujer experimentada en el gobierno de la casa, de
la costurera, de la enfermera. ...
Necesítanse familias de misioneros que vayan a establecerse en
regiones desoladas. Vayan a ocupar regiones desatendidas, buenos
agricultores, hombres de finanzas, constructores y personas aptas en
las varias artes y oficios, para mejorar las condiciones de aquellas
tierras, implantar industrias, prepararse humildes viviendas y ayudar
a sus vecinos.—
El Ministerio de Curación, 146
.
Ayúdese a los hombres a que se valgan por sí mismos
Muchas veces, mediante la instrucción en las cosas prácticas, pode-
mos prestar a los pobres eficasísima ayuda. Por regla general, los
que no han aprendido a trabajar no tienen hábitos de diligencia, per-
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severancia, economía y generosidad. No saben cómo componérselas.
A menudo, por falta de atención y de sano juicio, derrochan lo que
bastaría para mantener a sus familias con decencia y comodidad si