Página 174 - El Ministerio de la Bondad (1977)

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Capítulo 26—Ayuda y aliento a las viudas
Los derechos de las viudas y los huérfanos
—Entre todos aque-
llos cuyas necesidades demandan nuestro interés, las viudas y los
huérfanos tienen el mayor derecho a nuestra tierna simpatía y cuida-
do. “La religión pura y sin mácula delante de Dios y Padre es ésta:
Visitar los huérfanos y las viudas en sus tribulaciones, y guardarse
sin mancha de este mundo”.
El padre que ha muerto en la fe, descansando en la eterna pro-
mesa de Dios, dejó a sus amados con la plena confianza de que el
Señor cuidaría de ellos. ¿Y cómo provee lo necesario el Señor para
estos acongojados? No obra un milagro enviando maná del cielo;
no envía cuervos para llevarles alimentos; pero obra un milagro en
los corazones humanos. Ahuyenta el egoísmo del alma; destapa la
fuente de la benevolencia. Pone a prueba el amor de sus profesos
seguidores al confiarles los afligidos y angustiados, los pobres y
los huérfanos a sus tiernas misericordias. En un sentido especial,
éstos son los pequeñitos a quienes Cristo estima, y descuidarlos es
ofenderlo a él. Los que los descuidan están descuidando a Cristo en
la persona de sus afligidos. Cada acto de bondad hecho a ellos en
el nombre de Jesús es aceptado por él como si hubiera sido hecho
a él mismo, pues identifica sus intereses con los de la humanidad
doliente, y ha confiado a su iglesia la gran obra de socorrer a Jesús
al ayudar y bendecir a los necesitados y dolientes. La bendición
del Señor descansará sobre todos los que los ayuden con corazones
dispuestos.—
The Review and Herald, 27 de junio de 1893
.
Dad ayuda tangible; aliviad las cargas de las viudas
—Más
de una madre viuda con huerfanitos bajo su responsabilidad lucha
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valerosamente para llevar su doble carga, muchas veces trabajando
más allá de sus fuerzas para retener consigo a sus hijos y satisfacer
sus necesidades. Poco tiempo le queda para instruirlos y prepa-
rarlos, y pocas facilidades tiene para rodearlos de influencias que
iluminarían sus vidas; necesita, por tanto, aliento, simpatía y ayuda
positiva.
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