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El Ministerio de la Bondad
necesitaban cuidado, y ayudarlos a formar caracteres para el cielo.
No podemos adoptar criaturas, porque eso hubiera insumido nuestro
tiempo y atención y hubiera despojado al Señor del servicio que
él ha requerido de nosotros de llevarle muchos hijos e hijas. Pero
nosotros sentimos que la instrucción del Señor de
Isaías 58
era para
nosotros y que su bendición nos acompañaría si obedecíamos su
palabra. Todos pueden hacer algo por esos pequeños necesitados,
ayudando a conseguir lugar para ellos en hogares donde se les pueda
cuidar.—
Manuscrito 35, 1896
.
Un amplio campo de utilidad espera a todos los que quieran
trabajar por el Maestro, cuidando a estos niños y jóvenes que han sido
privados de la dirección vigilante de sus padres, y de la influencia
subyugadora de un hogar cristiano. Muchos de ellos han heredado
malas características, y si se los deja crecer en la ignorancia, se
desviarán hacia compañías que pueden conducirlos al vicio y el
crimen. Estos niños poco promisorios necesitan que se los coloque
en una posición favorable para la formación de un carácter correcto,
a fin de que puedan llegar a ser hijos de Dios.
Vosotros que profesáis ser hijos de Dios, ¿estáis cumpliendo
vuestro deber en lo que respecta a enseñar a éstos que tanto ne-
cesitan que se les enseñe pacientemente a ir al Salvador? ¿Estáis
desempeñando vuestra parte como fieles siervos de Cristo? ¿Esta-
mos custodiando a estas mentes que todavía no se han formado, y
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que tal vez no estén bien equilibradas, con el mismo amor que Cristo
manifestó hacia nosotros? El alma de los niños y de los jóvenes
está en mortífero peligro si se los abandona a sí mismos. Necesitan
instrucción paciente, amor y tierno cuidado cristiano.
Si no hubiese revelación que señalase nuestro deber, el mismo
espectáculo que ven nuestros ojos, y lo que sabemos del inevitable
desarrollo de la causa al efecto, deberían inducirnos a rescatar a
estos infortunados. Si los miembros de la iglesia quisieran dedicar
a esta obra la energía, el tacto y la habilidad que emplean en los
negocios comunes de la vida, si pidiesen sabiduría a Dios y procura-
sen fervorosamente amoldar estas mentes indisciplinadas, podrían
rescatarse muchas almas que están a punto de perecer. ...
Hermanos y hermanas, os pido que consideréis cuidadosamente
este asunto. Pensad en las necesidades de los huérfanos. ¿No se
conmueven vuestros corazones cuando presenciáis sus sufrimientos?