Página 182 - El Ministerio de la Bondad (1977)

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El Ministerio de la Bondad
Consejo para padres adoptivos
—Queridos hermano y herma-
na D: Vuestra última visita y conversación con nosotros ha sugerido
muchos pensamientos, de los cuales no puedo sustraerme a poner
algunos en el papel. Estaba muy triste de que E no se haya com-
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portado correctamente durante todo momento; sin embargo, cuando
vosotros lo penséis, veréis que no podéis esperar perfección de un
joven de esa edad. Los chicos cometen faltas y necesitan una gran
medida de paciente corrección.
El hecho de que no siempre tenga sentimientos correctos es tan
sólo lo que puede esperarse de un muchacho de su edad. Debéis
recordar que él no tiene padre ni madre, a nadie a quien él pueda
confiar sus sentimientos, sus tristezas y sus tentaciones. Cada per-
sona siente que debe tener a alguien que simpatice con ella. Este
muchacho ha sido llevado de aquí para allá, de un lugar a otro, y
puede tener muchos errores, muchas actitudes irreflexivas, con gran
independencia y puede faltar la reverencia. Pero es muy emprende-
dor, y con una correcta enseñanza y bondadoso trato, tengo la más
completa seguridad de que no defraudará vuestras esperanzas, sino
que recompensará plenamente la labor dedicada a él. Teniendo en
cuenta sus desventajas, yo creo que es muy buen muchacho.
Cuando os rogamos que os hicierais cargo de él lo hicimos
porque estábamos plenamente convencidos que era vuestro deber,
y que al hacerlo así, vosotros seríais bendecidos. No esperábamos
que hicierais esto solamente para ser beneficiados con la ayuda
que podríais recibir del muchacho, sino para beneficiarlo a él, para
cumplir un deber hacia el huérfano: un deber que cada verdadero
cristiano debería buscar ansiosamente para realizarlo; un deber,
un deber sacrificado, que creímos que sería bien que vosotros lo
llevarais a cabo, si lo hacíais alegremente, teniendo en vista ser
un instrumento en las manos de Dios para salvar un alma de las
asechanzas de Satanás, para salvar un hijo, cuyo padre consagró su
preciosa vida a mostrar a las almas al Cordero de Dios que quita el
pecado del mundo. ...
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En cuanto a E, os suplico que no olvidéis que es un niño y que
tiene solamente la experiencia de una criatura. No lo midáis a él, un
pobre, débil y vacilante muchacho, con vosotros mismos, ni esperéis
de él de acuerdo a eso. Creo plenamente que está a vuestro alcance
el hacer lo recto con este huérfano. Podéis presentarle alicientes de