Página 184 - El Ministerio de la Bondad (1977)

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El Ministerio de la Bondad
cuidar de los niños, quedaron disgustados y no han hecho nada por
ellos. Debe tenerse en cuenta la confianza de los padres en la iglesia
y no olvidarla por egoísmo.
Tenemos el más profundo interés por esos hijos. Una ya ha
desarrollado un hermoso carácter cristiano y se ha casado con un
ministro del Evangelio. Y ahora, en retribución de la solicitud y los
cuidados demostrados por ella, es una verdadera colaboradora para
llevar las cargas de la iglesia. La buscan los de menos experiencia
para obtener su opinión y consejo, y no lo hacen en vano. Posee
la verdadera humildad cristiana, con decorosa dignidad, la cual sin
embargo inspira respeto y confianza en todos los que la conocen.
Estos hijos están tan cerca de mí como los míos propios. No los
perderé de vista ni cesará mi cuidado por ellos. Los amo sincera,
tierna y afectuosamente.—
Testimonies for the Church 2:327-334
.
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Juzgados por lo que no hicieron
—Hay huérfanos que podrían
ser atendidos, pero algunos no se arriesgan a tomarlos a su cargo,
porque esto les representaría mucho más trabajo del que ellos ansían
realizar, y les dejaría muy poco tiempo para complacerse a sí mismos.
Pero cuando el Rey haga la investigación, esas almas indolentes,
mezquinas, egoístas, aprenderán que el cielo es para aquellos que
han sido obreros, aquellos que se han negado a sí mismos por amor
de Cristo. Ninguna provisión ha sido hecha para los que jamás han
tenido especial cuidado en amar y velar por otros fuera de ellos
mismos. El terrible castigo con que el Rey amenaza a los que estén
a su mano izquierda, en este caso, no será a causa de sus grandes
crímenes. No serán condenados por las cosas que hicieron, sino por
las que no hicieron. No habéis hecho aquellas cosas que el cielo os
asignó para realizar. Os habéis complacido a vosotros mismos y os
tocará la suerte de los egoístas.—
Ibid. 2:27
.
Sed hijas de benevolencia
—A mis hermanas puedo decir: Sed
hijas de benevolencia. El Hijo del hombre vino a buscar y salvar
lo que se había perdido. Vosotras podéis pensar que si encontráis
un chico sin defectos, podríais recogerlo y cuidar de él; pero el
perturbaros con un muchacho vagabundo, que debe olvidar muchas
cosas y aprender otras de nuevo, enseñarle el dominio propio, es
una obra que rehusáis emprender. Enseñar al ignorante, compadecer
y reformar a los que siempre han sido instruidos en el mal, no es