Página 203 - El Ministerio de la Bondad (1977)

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El trabajo en favor de los desheredados
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extraviados como casos desesperados; pero Dios no los considera
así, pues comprende todas las circunstancias que han hecho de ellos
lo que son, y se apiada de ellos. Esta clase de gente requiere ayuda.
Jamás debe dársele lugar a que diga: “Nadie se preocupa de mi
alma”.
Entre las víctimas de la intemperancia hay representantes de toda
clase social y de todas las profesiones. Hombres encumbrados, de
gran talento y altas realizaciones, han cedido a sus apetitos hasta que
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han quedado incapaces de resistir a la tentación. Algunos que en otro
tiempo poseían riquezas, han quedado sin familia ni amigos, presos
de padecimientos, miseria, enfermedad y degradación. Perdieron el
dominio de sí mismos. Si nadie les tiende una mano de auxilio, se
hundirán cada vez más. En ellos el exceso no es tan sólo pecado
moral, sino enfermedad física.—
El Ministerio de Curación, 127,
128
.
Una batalla librada una y otra vez
—Ningún trabajo debe ha-
cerse descuidadamente, ni dejarlo librado al azar o a la casualidad. El
obtener una rápida entrega de las almas que están a punto de perecer
significa más que el orar por un ebrio consuetudinario y luego, por-
que él lamenta y confiesa la degradación de su alma, declararlo salva-
do. Vez tras vez debe pelearse nuevamente la batalla.—
Testimonies
for the Church 8:196
.
Debéis seguir interesándoos por aquellos a quienes queráis ayu-
dar. De lo contrario, nunca alcanzaréis la victoria. Siempre los ten-
tará el mal. Una y otra vez se sentirán casi vencidos por la sed de
bebidas embriagantes; puede que caigan y vuelvan a caer; pero no
cejéis por ello en vuestros esfuerzos.—
El Ministerio de Curación,
129
.
Una obra que no es en vano
—Cuando algunos unen sus es-
fuerzos humanos con los divinos, empeñándose en alcanzar las más
hondas necesidades y miserias humanas, las bendiciones de Dios
descansarán ricamente sobre los tales. Aunque muy pocos acepten
la gracia de nuestro Señor Jesucristo, su obra no habrá sido en vano,
porque un alma es preciosa, muy preciosa, a la vista de Dios. Cristo
habría muerto por un alma con tal de que esa sola pudiera vivir por
los siglos de la eternidad. ...
Muchas almas han sido rescatadas, arrebatadas de las manos
de Satanás, por fieles obreros. Alguien debe sentir en su alma la
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