Página 216 - El Ministerio de la Bondad (1977)

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Capítulo 34—Nuestra responsabilidad individual
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“Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un
alma: y ninguno decía ser suyo algo de lo que poseía; mas todas
las cosas les eran comunes. ... Que ningún necesitado había entre
ellos; porque todos los que poseían heredades o casas,
vendiéndolas, traían el precio de lo vendido y lo ponían a los pies
de los apóstoles; y era repartido a cada uno según que había
menester”.
Hechos 4:32-35
.
Un trabajo individual encomendado a los seguidores de
Cristo
—Cristo encomienda a sus discípulos una obra individual,
que no se puede delegar. La atención a los enfermos y a los pobres
y la predicación del Evangelio a los perdidos, no deben dejarse al
cuidado de juntas u organizaciones de caridad. El Evangelio exi-
ge responsabilidad y esfuerzo individuales, sacrificio personal.—
El
Ministerio de Curación, 106
.
Se suplirán las necesidades a medida que impartamos
—Por
medio del profeta, Cristo nos ha ordenado: “Que partas tu pan con
el hambriento”, “y saciares el alma afligida”, “que cuando vieres
al desnudo, lo cubras”, “y a los pobres errantes metas en casa”.
Nos ha dicho: “Id por todo el mundo; predicad el Evangelio a toda
criatura”. Pero cuán a menudo nos descorazonamos y nos falta la fe,
al ver cuán grande es la necesidad y cuán pequeños los medios en
nuestras manos. Como Andrés al mirar los cinco panes de cebada y
los dos pececillos, exclamamos: “¿Qué son éstos para tantos?” Con
frecuencia, vacilamos, nada dispuestos a dar todo lo que tenemos,
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temiendo gastar y ser gastados para los demás. Pero Jesús nos ha
ordenado: “Dadles
vosotros
de comer”. Su orden es una promesa; y
la apoya el mismo poder que alimentó a la muchedumbre a orillas
del mar.
El acto de Cristo al suplir las necesidades temporales de una
muchedumbre hambrienta, entraña una profunda lección espiritual
para todos los que trabajan para él. Cristo recibía del Padre; él
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