Capítulo 37—La riqueza de los inconversos
No usar fondos de la causa
—El diezmo es puesto aparte para
un uso especial. No debe ser considerado como un fondo de pobres.
Debe ser especialmente consagrado para el sostenimiento de aque-
llos que están dando el mensaje de Dios al mundo y no debe ser
distraído de ese propósito.—
The Review and Herald, 1 de diciembre
de 1896
.
La causa de Dios no debería ser relegada para que los pobres
puedan recibir nuestra principal atención. Cristo dió una vez a sus
discípulos una lección muy importante sobre este punto. Cuando
María derramó el ungüento sobre la cabeza de Jesús, el codicioso
Judas intercedió en favor de los pobres, murmurando por lo que
consideraba un derroche de dinero. Pero Jesús vindicó el hecho,
diciendo: “¿Por qué la fatigáis? buena obra me ha hecho”. “De cierto
os digo que dondequiera que fuere predicado este Evangelio en todo
el mundo, también esto que ha hecho ésta, será dicho para memoria
de ella”. Con esto se nos enseña que Cristo ha de ser honrado
consagrándole lo mejor de nuestra sustancia. Si toda nuestra atención
se dirigiera a aliviar las necesidades de los pobres, sería descuidada
la causa de Dios. Nadie sufriría si sus siervos cumplieran con su
deber, pero debiera venir primero la causa de Cristo.—
Testimonies
for the Church 4:550, 551
.
Lo que Dios demanda ha de tener la preeminencia sobre cual-
quier otra necesidad y deberá atenderse primero. Entonces se ha de
cuidar de los pobres y de los necesitados.—
The Youth’s Instructor,
26 de agosto de 1897
.
Se recibirá de fuentes no adventistas
—Dios nos abrirá el ca-
mino mediante recursos que no provengan de nuestro pueblo. No
puedo comprender cómo alguien pueda presentar excepciones a
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la aceptación de dádivas ofrecidas por personas que no pertene-
cen a nuestra fe. Pueden hacerlo únicamente adoptando puntos de
vista extremos y creando temas de discusión para lo que no están
autorizados.—
Special Testimonies to Ministers and Workers 3:43
.
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