230
El Ministerio de la Bondad
Santa Helena, banqueros, abogados y pastores. Tienen la esperanza
de que así podrán hacer algo para desvirtuar la impresión que parecen
sostener algunos en Santa Helena, de que esta institución es un lugar
donde solamente se atiende a gente tonta y decrépita. El hermano
B, gerente del Restaurante Vegetariano San Francisco, vendrá para
tomar a su cargo la preparación del banquete.
No veo objeción para este plan. Cuando la luz de la reforma pro
salud nos llegó por primera vez, acostumbrábamos, en ocasiones
especiales, llevar algunas cocinas económicas a lugares donde la
gente estaba reunida y allí mismo preparar pan sin levadura, bollos,
etc. Y creo que el resultado de nuestros esfuerzos fué bueno, aun-
que, naturalmente, no teníamos la preparación que ahora tenemos
sobre un régimen alimentario saludable. En aquel tiempo, recién
comenzábamos a aprender cómo vivir sin consumir carne.
A veces teníamos huéspedes y nos tomábamos gran cuidado
para que todo lo que preparábamos para comer fuera sabroso y
bien presentado. En la estación de las frutas, conseguíamos moras
y frambuesas frescas. Hacíamos de la comida una lección objetiva
que mostraba a los presentes que nuestra dieta, a pesar de estar de
acuerdo con los principios de la reforma pro salud, estaba muy lejos
de ser mezquina.
A veces una corta conferencia sobre temperancia se daba en co-
nexión con esos agasajos y así la gente quedaba enterada de nuestros
principios de vida. Tanto como sepamos, todos quedaban contentos
[300]
e instruidos. Siempre teníamos algo que decir acerca de la necesidad
de proveer alimento saludable y de prepararlo sencillamente, pero
haciéndolo tan sabroso y agradable que los que lo comieran pudieran
quedar satisfechos.—
Carta 166, 1903
.
Peligro de hacer de la ganacia financiera en la venta de ali-
mentos nuestro objetivo principal
—También se ha dado luz de
que en las ciudades habría oportunidad para realizar una obra similar
a la que hicimos en la feria de Battle Creek. En armonía con esta
instrucción, se han establecido restaurantes higiénicos. Pero hay un
grave peligro de que nuestros obreros que trabajan en los restauran-
tes lleguen a estar tan imbuidos del espíritu mercantilista que dejen
de impartir la luz que la gente necesita. Nuestros restaurantes nos
ponen en contacto con mucha gente, pero si permitimos que nuestras
mentes se ocupen con el pensamiento de un beneficio financiero,