Página 235 - El Ministerio de la Bondad (1977)

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La venta de alimentos
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habremos dejado de cumplir el propósito de Dios. El quiere que
aprovechemos de cada oportunidad de presentar la verdad que ha de
salvar a hombres y mujeres de la muerte eterna.—
Manuscrito 27,
1906
.
Cristo llegaba a la gente en sus comidas y fiestas
—Cristo es
nuestro Maestro. Con definidas instrucciones preparó a sus segui-
dores para su obra antes de dejarlos. Tan pronto como pudo hablar,
Cristo usó el talento de la palabra en el círculo familiar y entre ami-
gos y conocidos, en una forma que no tuvo ningún error. Ni una
palabra impura se escapó de sus labios. Nunca cometió una mala
acción, pues era el Hijo de Dios. Aunque tenía una forma humana,
sin embargo fué sin sombra de pecado.
Cuando comenzó su obra, al ser invitado a una cena o festín
por fariseos o publicanos, aceptaba la invitación. Fué acusado por
los dirigentes religiosos de comer con publicanos y lo acusaron
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de que era igual a ellos. Pero en tales ocasiones Cristo dirigía la
conversación en la mesa y daba muchas lecciones preciosas. Los
presentes lo escuchaban, ¿acaso él no había sanado a sus enfermos,
confortado a los tristes, levantado en sus brazos a sus hijos para
bendecirlos? Los publicanos y pecadores fueron atraídos hacia él y
cuando abría sus labios para hablar, su atención se fijaba en él.
Cristo enseñó a sus discípulos cómo debían conducirse cuando
estaban en compañía de aquellos que no eran religiosos y de los que
lo eran. El les enseñó con su ejemplo que cuando asistieran a una
reunión pública no necesitaban preocuparse por algo que decir. Pero
su conversación difería muy decididamente de las que habían oído
en los festines del pasado. Cada palabra que pronunciaba tenía sabor
de vida para vida para sus oyentes, que lo escuchaban con profunda
atención, como si desearan escucharlo con un propósito.
El respeto demostrado a Cristo en las fiestas a que asistía estaba
en marcado contraste con la forma en que los escribas y fariseos
eran tratados, y esto los inquietaba. Cristo daba lecciones adaptadas
a las necesidades de sus oyentes. Estando en una fiesta, presentó
la parábola de la gran cena y mostró la forma en que fué tratada la
invitación del rey ...
El gran Maestro hablaba como quien tiene autoridad. Instruyó
a sus discípulos en cuanto a los deberes y reglas de una vida social
verdadera, que eran los mismos que las leyes del reino de Dios.