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El Ministerio de la Bondad
Cuando pasen en revista delante de Dios los casos de todos, no
se formulará la pregunta ¿qué profesaron? sino ¿qué han hecho?
¿han sido hacedores de la Palabra? ¿han vivido para sí mismos, o
se han ejercitado en obras de caridad, en hechos de bondad y amor,
prefiriendo a otros antes que a sí mismos, y negándose a sí mismos
para que pudieran ser una bendición a otros? Si el registro muestra
que esto ha estado en su vida, que sus caracteres se han distinguido
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por la ternura, la abnegación y la benevolencia, recibirán la biena-
venturada seguridad y bendición de Cristo: “Bien hecho”. “Venid
benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde
la fundación del mundo”.—
Testimonies for the Church 3:525
.
Es esencial que el motivo sea correcto
—Es el motivo lo que
da carácter a nuestros actos, marcándolos con ignominia o con alto
valor moral. No son las cosas grandes que todo ojo ve y que toda
lengua alaba lo que Dios tiene por más precioso. Los pequeños
deberes cumplidos alegremente, los pequeños donativos dados sin
ostentación, y que a los ojos humanos pueden parecer sin valor,
se destacan con frecuencia más altamente a su vista. Un corazón
lleno de fe y de amor es más apreciable para Dios que el don más
costoso.—
El Deseado de Todas las Gentes, 567
.
Seremos juzgados por nuestros motivos
—Sometan sus accio-
nes de cada día a una reflexión cuidadosa. ... Esta recapitulación
diaria de nuestros hechos, para ver si nuestra conciencia nos aprueba
o condena, es necesaria para todos aquellos que quieran alcanzar
la perfección del carácter cristiano. El examen detenido de muchos
actos que pasan por buenas obras, aun acciones de benevolencia,
revelará, cuando se los investigue detenidamente, que ellos han sido
impulsados por malos motivos.
Muchos reciben aplausos por virtudes que no poseen. El que
escudriña los corazones pesa los motivos, y muchas veces acciones
calurosamente aplaudidas por los hombres son registradas por él
como provenientes del egoísmo y la baja hipocresía. Cada acto de
nuestra vida, ora sea excelente y digno de loor, o merecedor de
censura, es juzgado por Aquel que escudriña los corazones según
los motivos que lo produjeron.—
Obreros Evangélicos, 292
.
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Los dos remos: la fe y las obras
—Si somos fieles en cumplir
con nuestra parte, cooperando con Dios, él obrará mediante nosotros
[para hacer] su buena voluntad. Pero él no puede obrar mediante