Página 260 - El Ministerio de la Bondad (1977)

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El Ministerio de la Bondad
pacientes esfuerzos efectuados en su favor, las súplicas y fervorosas
persuasiones para huir a la Fortaleza. De esa manera, los que en este
mundo han sido colaboradores juntamente con Dios, recibirán su
recompensa.—
Testimonies for the Church 8:196, 197
.
Los redimidos encontrarán y reconocerán a aquellos cuya aten-
ción ellos han dirigido al Salvador levantado. ¡Qué conversación
bienaventurada tendrán con esas almas! Se dirá: “Yo era pecador, sin
Dios y sin esperanza en el mundo, y tú viniste hasta mí y llamaste
mi atención al precioso Salvador como a mi única esperanza”. ...
Otros expresarán su gratitud a aquellos que alimentaron al ham-
briento y vistieron al desnudo. “Cuando la desesperación ceñía mi
alma llevándome a la incredulidad, el Señor te envió a mí—dirán—a
hablar palabras de esperanza y aliento. Tú trajiste alimento para
mis necesidades físicas y abriste ante mí la Palabra de Dios, des-
pertándome a mis necesidades espirituales. Me trataste como a un
hermano. Simpatizaste conmigo en mis tristezas y restauraste mi
alma maltratada y herida, tanto que pude asir la mano de Cristo que
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se me extendía para salvarme. En mi ignorancia me enseñaste pa-
cientemente que tengo un Padre en el cielo que cuida de mí”.—
Ibid.
6:311
.
“Venid, benditos de mi Padre”
—Cuando las naciones estén
reunidas delante de él, habrá tan sólo dos clases; y su destino eterno
quedará determinado por lo que hayan hecho o dejado de hacer por
él en la persona de los pobres y dolientes.
En aquel día, Cristo no presenta a los hombres la gran obra
que él hizo para ellos al dar su vida por su redención. Presenta la
obra fiel que hayan hecho ellos para él. A los puestos a su diestra
dirá: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para
vosotros desde la fundación del mundo: porque tuve hambre, y me
disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fuí huésped, y
me recogisteis; desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis;
estuve en la cárcel, y vinisteis a mí”. ...
Aquellos a quienes Cristo elogia en el juicio, pueden haber sabi-
do poca teología, pero albergaron sus principios. Por la influencia del
Espíritu divino, fueron una bendición para los que los rodeaban. Aun
entre los paganos, hay quienes han abrigado el espíritu de bondad;
antes que las palabras de vida cayesen en sus oídos, manifestaron
amistad para con los misioneros, hasta el punto de servirles con