Página 42 - El Ministerio de la Bondad (1977)

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El Ministerio de la Bondad
de él. Y otro día, al partir, sacó dos denarios y diólos al huésped, y
le dijo: Cuídamelo, y todo lo que demás gastares, yo cuando vuelva
te lo pagaré”. Tanto el sacerdote como el levita profesaban piedad,
pero el samaritano mostró que él estaba verdaderamente convertido.
No era más agradable para él hacer la obra que para el sacerdote y
el levita, pero por el espíritu y por las obras demostró que estaba en
armonía con Dios.
Al dar esta lección, Cristo presentó los principios de la ley de
una manera directa y enérgica, mostrando a sus oyentes que habían
descuidado el cumplir esos principios. Sus palabras eran tan de-
finidas y al punto, que los que escuchaban no pudieron encontrar
ocasión para cavilar. El doctor de la ley no encontró en la lección
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nada que pudiera criticar. Desapareció su prejuicio con respecto
a Cristo. Pero no pudo vencer su antipatía nacional lo suficiente
como para mencionar por nombre al samaritano. Cuando Cristo le
preguntó: “¿Quién, pues de estos tres, te parece que fué el prójimo
de aquel que cayó en manos de los ladrones?” él contestó: “El que
usó con él de misericordia”.
“Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo”. Muestra la
misma tierna bondad hacia aquellos que se hallan en necesidad. Así
darás evidencia de que guardas toda la ley.—
Lecciones Prácticas del
Gran Maestro, 346-348
.
Cualquiera que está en necesidad es nuestro prójimo
Cualquier ser humano que necesita nuestra simpatía y nuestros
buenos servicios, es nuestro prójimo. Los dolientes e indigentes
de todas clases son nuestros prójimos; y cuando llegamos a conocer
sus necesidades, es nuestro deber aliviarlas en cuanto sea posible.—
Testimonios Selectos 3:269
.
Con esta parábola queda establecido para siempre el deber del
hombre hacia sus prójimos. Debemos cuidar cada caso de sufrimien-
to y considerarlo como propio, como agentes de Dios para aliviar a
los necesitados hasta donde nos sea posible. Debemos ser colabo-
radores junto con Dios. Hay quienes manifiestan gran aflicción por
sus parientes, sus amigos y protegidos, pero que fallan en ser buenos
y considerados con aquellos que necesitan bondadosa simpatía, que
necesitan consideración y amor. Con corazones fervientes pregunté-
monos: ¿Quién es mi prójimo? Nuestros prójimos no son solamente
nuestros íntimos y amigos especiales; no son simplemente aque-