Página 77 - El Ministerio de la Bondad (1977)

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Como visitar y que hacer
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con nosotros y veremos que podemos alcanzar a la gente, no por
nuestra propia inteligencia, sino por el Espíritu de Dios. Sin embar-
go, necesitamos emplear la habilidad y facultades que Dios nos ha
dado. No necesitamos ser novicios permanentes; necesitamos saber
cómo conducirnos adecuadamente; necesitamos cortesía cristiana. Y
necesitamos llevarla con nosotros en toda nuestra obra. No necesita-
mos que ninguna de las aristas que pueda haber en nuestro carácter
sea prominente, sino que necesitamos trabajar en humildad, de mo-
do que las olvidemos [las aristas], y que en su lugar haya mejores
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características. Necesitamos alegría en nuestra obra.—
Manuscrito
10, 1888
.
El poder de la cortesía
—El cultivo de una cortesía uniforme, y
la voluntad de tratar a otros como deseamos ser tratados nosotros,
eliminaría la mitad de las dificultades de la vida. El espíritu de
ensalzamiento propio es el espíritu de Satanás; pero el corazón
que abriga el amor de Cristo poseerá esa caridad que no busca lo
suyo.—
Historia de los Patriarcas y Profetas, 126
.
La correcta actitud hacia los pobres
—No debéis asumir una
actitud que dé la impresión de que condescendemos al relacionarnos
con familias pobres. Cuando habláis con ellas, debéis pensar que son
iguales que vosotros. Tienen poca luz y gozo y por qué no llevarles
gozo y luz adicionales para que brillen en ellos y llenen su corazón.
Lo que necesitamos es la tierna simpatía de Jesucristo y entonces
podremos abrirnos paso directamente hasta su corazón. No debemos
vestirnos con ostentación, sino con vestidos sencillos, para que pue-
dan sentir que somos sus iguales y como si consideráramos que son
dignos de la salvación, y así podremos llegar hasta su corazón.
Ahora bien, hermanos y hermanas, el hierro debe salir de nuestras
almas, y debe salir de nuestra forma de trabajar. Podemos educar a
obreros en cada iglesia.—
Manuscrito 10, 1888
.
Llenos de tacto como fué Cristo
—Tenía tacto para tratar con
los espíritus llenos de prejuicios, y los sorprendía con ilustraciones
que conquistaban su atención.—
El Deseado de Todas las Gentes,
219
.
Infundid valor
—No pronunciéis una palabra de desaliento, por-
que Satanás se agrada de tales palabras. Hablad de la bondad de
Cristo y contad de su poder. Las palabras de esperanza, confianza y
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valor se hablan tan fácilmente como las palabras de queja. “Gozaos