Página 103 - El Ministerio de Curacion (1959)

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Enseñar y curar
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conocimiento de Cristo por todo el mundo. Al par que predicaba
el Evangelio cada día en las grandes ciudades de Asia y Europa,
trabajaba de artesano para mantenerse a sí mismo y a sus compañe-
ros. Las palabras de despedida que dirigió a los ancianos de Efeso
revelan su modo de trabajar y encierran preciosas lecciones para
todo obrero evangélico:
“Vosotros sabéis—dijo—cómo, desde el primer día que entré
en Asia, he estado con vosotros por todo el tiempo, ... cómo nada
que fuese útil he rehuído de anunciaros y enseñaros, públicamente
y por las casas.... La plata, o el oro, o el vestido de nadie he codi-
ciado. Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario,
y a los que están conmigo, estas manos me han servido. En todo
os he enseñado que, trabajando así, es necesario sobrellevar a los
enfermos, y tener presente las palabras del Señor Jesús, el cual dijo:
Más bienaventurada cosa es dar que recibir.”
Hechos 20:18-35
.
Hoy son muchos los que, si los embargase el mismo espíritu de
desprendimiento, podrían desempeñar en forma similar una buena
obra. Salgan juntos dos o más para hacer obra de evangelización.
Visiten a la gente, orando, cantando, enseñando, explicando las Es-
crituras y atendiendo a los enfermos. Algunos pueden sostenerse
a sí mismos como colportores, otros, imitando al apóstol, pueden
dedicarse a un oficio manual o de otra índole. Al llevar adelante su
obra, reconociendo su incapacidad, pero dependiendo humildemente
de Dios, obtienen una experiencia bendecida. El Señor Jesús va
delante de ellos, de modo que tanto entre los ricos como entre los
pobres encuentran buena voluntad y ayuda.
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A los que se han preparado para la obra médico-misionera en
el extranjero, se les ha de alentar a ir sin demora adonde esperan
trabajar, y poner manos a la obra entre el pueblo, aprendiendo el
idioma al paso que trabajan. Pronto podrán enseñar las sencillas
verdades de la Palabra de Dios.
Por todo el mundo se necesitan mensajeros de la gracia. Con-
viene que familias cristianas vayan a vivir en poblaciones sumidas
en las tinieblas y el error, que entren en campos extranjeros, conoz-
can las necesidades de sus semejantes y trabajen por la causa del
Maestro. Si se estableciesen familias tales en puntos tenebrosos de
la tierra, donde la gente está rodeada de tinieblas espirituales, para