Página 121 - El Ministerio de Curacion (1959)

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La obra en pro de los intemperantes
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embotado sus facultades mentales y espirituales cediendo a sus ape-
titos y pasiones, y esto los ha debilitado. Son volubles e inconstantes.
Sus impulsos tienden a la sensualidad. Tales personas son a menudo
una fuente de peligro para los demás. Considerados como hombres
y mujeres regenerados, se les confían responsabilidades, y se los
pone en situación de corromper a los inocentes con su influencia.
Aun aquellos que con sinceridad procuran reformarse no están
exentos del peligro de la recaída. Necesitan que se les trate con gran
sabiduría y ternura. La tendencia a adular y alabar a los que fueron
rescatados de los más hondos abismos, prepara a veces su ruina.
La práctica de invitar a hombres y mujeres a relatar en público lo
experimentado en su vida de pecado abunda en peligros, tanto para
los que hablan como para los oyentes. El espaciarse en escenas del
mal corrompe la mente y el alma. Y la importancia concedida a los
rescatados del vicio les es perjudicial. Algunos llegan a creer que
su vida pecaminosa les ha dado cierta distinción. Así se fomenta
en ellos la afición a la notoriedad y la confianza en sí mismos,
con consecuencias fatales para el alma. Podrán permanecer firmes
únicamente si desconfían de sí mismos y dependen de la gracia de
Cristo.
A todos los que dan pruebas de verdadera conversión se les debe
alentar a que trabajen por otros. Nadie rechace al alma que deja
el servicio de Satanás por el servicio de Cristo. Cuando alguien
da pruebas de que el Espíritu de Dios lucha con él, alentadle para
que entre en el servicio del Señor. “Recibid a los unos en piedad,
discerniendo.”
Judas 22
. Los que son sabios en la sabiduría que
viene de Dios verán almas necesitadas de ayuda, personas que se
han arrepentido sinceramente, pero que, si no se les alienta, no se
atreverán a asirse de la esperanza. El Señor incitará al corazón de
sus siervos a dar la bienvenida a estos temblorosos y arrepentidos, y
a invitarles a la comunión de su amor. Cualesquiera que hayan sido
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los pecados que los asediaron antes, por muy bajo que hayan caído,
si contritos acuden a Cristo, él los recibe. Dadles, pues, algo que
hacer por él. Si desean procurar sacar a otros del abismo de muerte
del que fueron rescatados ellos mismos, dadles oportunidad para
ello. Asociadlos con creyentes experimentados, para que puedan
ganar fuerza espiritual. Llenadles el corazón y las manos de trabajo
para el Maestro.