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El Ministerio de Curacion
Miles y decenas de miles podrían labrar la tierra en vez de
apiñarse en las ciudades, al acecho para obtener una pitanza. Y aun
lo poco que ganan no lo gastan en pan, sino que va a parar a la
gaveta del tabernero que les suministra el veneno que destruye alma
y cuerpo.
Muchos consideran el trabajo como cosa penosa y procuran
ganarse la vida con tretas y ardides antes que con un trabajo honrado.
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Este afán de vivir sin trabajar abre la puerta a la miseria, al vicio y
al crimen.
En las grandes ciudades hay muchedumbres que reciben menos
cuidado y consideración que los animales. Fijaos en las familias
apiñadas en miserables viviendas, muchas de ellas sótanos obscuros,
que trasudan humedad y desaseo. En esta miseria nacen, se crían
y mueren los niños. Nada ven de las bellezas naturales que Dios
creó para solaz de los sentidos y elevación del alma. Harapientos
y famélicos, viven en el vicio y en la depravación, amoldado su
carácter conforme a la miseria y el pecado que los rodean. Estos
niños sólo oyen el nombre de Dios en blasfemias. Manchan sus oídos
palabras injuriosas, imprecaciones y obscenidades. Los vapores del
alcohol y el humo del tabaco, hedores morbosos y degradación
moral, pervierten sus sentidos. Y así muchísimos son preparados
para desarrollarse en criminales, enemigos de la sociedad que los
abandonó a la miseria y a la degradación.
Pero no todos los pobres de esos barrios son así. Hay hombres
y mujeres temerosos de Dios, arrastrados a la extrema pobreza por
la enfermedad y el infortunio, y muchas veces también por las ar-
timañas deshonestas de los que explotan a sus prójimos. Muchas
personas honradas y bien intencionadas caen en la pobreza por falta
de educación práctica. La ignorancia las inhabilita para luchar con
las dificultades de la vida. Arrastradas a las ciudades, es frecuente
que no puedan encontrar ocupación. Rodeadas de escenas y voces
del vicio, vense expuestas a terribles tentaciones. Agrupadas y muy
a menudo clasificadas con los viciosos y degradados, es únicamente
mediante una lucha sobrehumana y un poder superior, cómo son
guardadas de hundirse en las mismas profundidades. Muchos per-
manecen firmes en su integridad, prefiriendo sufrir más bien que
pecar. Es especialmente esa clase de gente la que necesita ayuda,
simpatía y aliento.