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El Ministerio de Curacion
de antaño. Y se realizarán curaciones, pues “la oración de fe salva-
rá al enfermo.” Tenemos el poder del Espíritu Santo y la tranquila
seguridad de la fe para aferrarnos a las promesas de Dios. La prome-
sa del Señor: “Sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán”
(
Marcos 16:18
), es tan digna de crédito hoy como en tiempos de los
apóstoles, pues denota el privilegio de los hijos de Dios, y nuestra fe
debe apoyarse en todo lo que ella envuelve. Los siervos de Cristo
son canales de su virtud, y por medio de ellos quiere ejercitar su
poder sanador. Tarea nuestra es llevar a Dios en brazos de la fe a
los enfermos y dolientes. Debemos enseñarles a creer en el gran
Médico.
El Salvador quiere que alentemos a los enfermos, a los deses-
perados y a los afligidos para que confíen firmemente en su fuerza.
Mediante la oración y la fe la estancia del enfermo puede convertirse
en un Betel. Por palabras y obras, los médicos y los enfermeros pue-
den decir, tan claramente que no haya lugar a falsa interpretación:
“Jehová está en este lugar” para salvar y no para destruir. Cristo
desea manifestar su presencia en el cuarto del enfermo, llenando el
corazón de médicos y enfermeros con la dulzura de su amor. Si la
vida de los que asisten al enfermo es tal que Cristo pueda acompa-
ñarlos junto a la cama del paciente, éste llegará a la convicción de
que el compasivo Salvador está presente, y de por sí esta convicción
contribuirá mucho a la curación del alma y del cuerpo.
Dios oye la oración. Cristo dijo: “Si algo pidiereis en mi nombre,
yo lo haré.” También dijo: “Si alguno me sirviere, mi Padre le
honrará.”
Juan 14:14; 12:26
. Si vivimos conforme a su Palabra, se
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cumplirán en nuestro favor todas sus promesas. Somos indignos de
su gracia; pero cuando nos entregamos a él, nos recibe. Obrará en
favor de los que le siguen y por medio de ellos.
Sólo cuando vivimos obedientes a su Palabra podemos reclamar
el cumplimiento de sus promesas. Dice el salmista: “Si en mi corazón
hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me oyera.”
Salmos
66:18
. Si sólo le obedecemos parcial y tibiamente, sus promesas no
se cumplirán en nosotros.
En la Palabra de Dios encontramos instrucción respecto a la
oración especial para el restablecimiento de los enfermos. Pero el
acto de elevar tal oración es un acto solemnísimo, y no se debe
participar en él sin la debida consideración. En muchos casos en que