Página 162 - El Ministerio de Curacion (1959)

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El uso de remedios
La enfermedad no sobreviene nunca sin causa. Descuidando
las leyes de la salud se le prepara el camino y se la invita a venir.
Muchos sufren las consecuencias de las transgresiones de sus padres.
Si bien no son responsables de lo que hicieron éstos, es, sin embargo,
su deber averiguar lo que son o no son las violaciones de las leyes
de la salud. Deberían evitar los hábitos malos de sus padres, y por
medio de una vida correcta ponerse en mejores condiciones.
Los más, sin embargo, sufren las consecuencias de su mal com-
portamiento. En su modo de comer, beber, vestir y trabajar, no hacen
caso de los principios que rigen la salud. Su transgresión de las
leyes de la naturaleza produce resultados infalibles, y cuando la
enfermedad les sobreviene, muchos no la achacan a la verdadera
causa, sino que murmuran contra Dios. Pero Dios no es responsable
de los padecimientos consiguientes al desprecio de la ley natural.
Dios nos ha dotado de cierto caudal de fuerza vital. Nos ha
formado también con órganos adecuados para el cumplimiento de
las diferentes funciones de la vida, y tiene dispuesto que estos ór-
ganos funcionen armónicamente. Si conservamos con cuidado la
fuerza vital, y mantenemos en buen orden el delicado mecanismo
del cuerpo, el resultado será la salud; pero si la fuerza vital se agota
demasiado pronto, el sistema nervioso extrae de sus reservas la fuer-
za que necesita, y cuando un órgano sufre perjuicio, todos los demás
quedan afectados. La naturaleza soporta gran número de abusos
sin protesta aparente; pero después reacciona y procura eliminar
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los efectos del mal trato que ha sufrido. El esfuerzo que hace para
corregir estas condiciones produce a menudo fiebre y varias otras
formas de enfermedad.
Los remedios racionales
Cuando el abuso de la salud se lleva a tal extremo que remata en
enfermedad, el paciente puede muchas veces hacer por sí mismo lo
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