Página 163 - El Ministerio de Curacion (1959)

Basic HTML Version

El uso de remedios
159
que nadie puede hacer por él. Lo primero es determinar el verdadero
carácter de la enfermedad, y después proceder con inteligencia a
suprimir la causa. Si el armónico funcionamiento del organismo
se ha perturbado por exceso de trabajo, de alimento, o por otras
irregularidades, no hay que pensar en remediar el desarreglo con la
añadidura de una carga de drogas venenosas.
La intemperancia en el comer es a menudo causa de enfermedad,
y lo que más necesita la naturaleza es ser aliviada de la carga inopor-
tuna que se le impuso. En muchos casos de enfermedad, el mejor
remedio para el paciente es un corto ayuno, que omita una o dos
comidas, para que descansen los órganos rendidos por el trabajo de
la digestión. Muchas veces el seguir durante algunos días una dieta
de frutas ha proporcionado gran alivio a personas que trabajaban
intelectualmente; y un corto período de completa abstinencia, segui-
do de un régimen alimenticio sencillo y moderado, ha restablecido
al enfermo por el solo esfuerzo de la naturaleza. Un régimen de
abstinencia por uno o dos meses convencerá a muchos pacientes de
que la sobriedad favorece la salud.
El descanso como remedio
Algunos enferman por exceso de trabajo. Para los tales, el des-
canso, la tranquilidad, y una dieta sobria son esenciales para la
restauración de la salud. Los de cerebro cansado y de nervios depri-
midos a consecuencia de un trabajo sedentario continuo, se verán
muy beneficiados por una temporada en el campo, donde lleven una
[181]
vida sencilla y libre de cuidados, cerca de la naturaleza. El vagar
por los campos y bosques juntando flores y oyendo los cantos de
las aves, resultará más eficaz para su restablecimiento que cualquier
otra cosa.
Estando sanos o enfermos, el agua pura es para nosotros una
de las más exquisitas bendiciones del cielo. Su empleo conveniente
favorece la salud. Es la bebida que Dios proveyó para apagar la sed
de los animales y del hombre. Ingerida en cantidades suficientes, el
agua suple las necesidades del organismo, y ayuda a la naturaleza
a resistir a la enfermedad. Aplicada externamente, es uno de los
medios más sencillos y eficaces para regularizar la circulación de
la sangre. Un baño frío o siquiera fresco es excelente tónico. Los