Página 164 - El Ministerio de Curacion (1959)

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El Ministerio de Curacion
baños calientes abren los poros, y ayudan a eliminar las impurezas.
Los baños calientes y templados calman los nervios y regulan la
circulación.
Pero son muchos los que no han experimentado nunca los be-
néficos efectos del uso adecuado del agua, y le tienen miedo. Los
tratamientos por el agua no son tan apreciados como debieran serlo,
y su acertada aplicación requiere cierto trabajo que muchos no están
dispuestos a hacer. Sin embargo, nadie debería disculpar su ignoran-
cia o su indiferencia en este asunto. Hay muchos modos de aplicar
el agua para aliviar el dolor y acortar la enfermedad. Todos debieran
hacerse entendidos en esa aplicación para dar sencillos tratamientos
caseros. Las madres, principalmente, deberían saber cuidar a sus
familias en tiempos de salud y en tiempos de enfermedad.
La acción constituye una ley de nuestro ser. Cada órgano del
cuerpo tiene su función señalada, de cuyo desempeño depende el
desarrollo y la fuerza de aquél. El funcionamiento normal de todos
los órganos da fuerza y vigor, mientras que la tendencia a la inac-
ción conduce al decaimiento y a la muerte. Inmovilícese un brazo,
siquiera por algunas semanas, suélteselo después y se verá cuanto
más débil resulta que el otro que siguió trabajando con moderación
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durante el mismo tiempo. Igual efecto produce la inacción en todo
el sistema muscular.
La inacción es causa fecunda de enfermedades. El ejercicio aviva
y regula la circulación de la sangre; pero en la ociosidad la sangre no
circula con libertad, ni se efectúa su renovación, tan necesaria para la
vida y la salud. La piel también se vuelve inactiva. Las impurezas no
son eliminadas como podrían serlo si un ejercicio activo estimulara
la circulación, mantuviera la piel en condición de salud, y llenara los
pulmones con aire puro y fresco. Tal estado del organismo impone
una doble carga a los órganos excretorios y acaba en enfermedad.
No se debe alentar a los inválidos a que permanezcan inactivos.
Cuando ha habido mucho exceso de alguna actividad, el descanso
completo por algún tiempo prevendrá a veces una grave enferme-
dad; pero al tratarse de inválidos crónicos, raras veces se impone la
suspensión de toda actividad.
Los que han quedado quebrantados por el trabajo mental debe-
rían desechar todo pensamiento fatigoso; pero no se les debe inducir
a creer que todo empleo de las facultades intelectuales sea peligroso.