Página 165 - El Ministerio de Curacion (1959)

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El uso de remedios
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Muchos se inclinan a considerar su estado peor de lo que es. Esta
idea dificulta el restablecimiento y no debería favorecerse.
Hay pastores, maestros, estudiantes y otros que hacen trabajo
mental, que enferman a consecuencia del intenso esfuerzo intelec-
tual, sin ejercicio físico compensativo. Estas personas necesitan una
vida más activa. Los hábitos estrictamente templados, combinados
con ejercicio adecuado, darían vigor mental y físico a todos los
intelectuales y los harían más resistentes.
A los que han sobrecargado sus fuerzas físicas no se les debe
aconsejar que desistan por completo del trabajo manual. Para que
éste sea lo más provechoso posible, debe ser ordenado y agradable.
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El ejercicio al aire libre es el mejor; pero debe hacerse gustosamente
y de modo que fortalezca los órganos débiles, sin que nunca degenere
en penosa faena.
Cuando los inválidos no tienen nada en que invertir su tiempo y
atención, concentran sus pensamientos en sí mismos y se vuelven
morbosos e irritables. Muchas veces se espacian en lo mal que se
sienten, hasta figurarse que están mucho peor de lo que están y creer
que no pueden hacer absolutamente nada.
En todos estos casos un ejercicio físico bien dirigido resultaría
un remedio eficaz. En algunos casos es indispensable para la recu-
peración de la salud. La voluntad acompaña al trabajo manual; y
lo que necesitan esos inválidos es que se les despierte la voluntad.
Cuando la voluntad duerme, la imaginación se vuelve anormal y se
hace imposible resistir a la enfermedad.
La inacción es la mayor desdicha que pueda caer sobre la mayo-
ría de los inválidos. Una leve ocupación en trabajo provechoso, que
no recargue la mente ni el cuerpo, influye favorablemente en ambos.
Fortalece los músculos, mejora la circulación, y le da al inválido la
satisfacción de saber que no es del todo inútil en este mundo tan
atareado. Poca cosa podrá hacer al principio; pero pronto sentirá
crecer sus fuerzas, y aumentará la cantidad de trabajo que produzca.
El ejercicio es provechoso al dispéptico, pues vigoriza los órga-
nos de la digestión. El entregarse a un estudio concentrado o a un
ejercicio físico violento inmediatamente después de comer entorpece
el trabajo de la digestión; pero un corto paseo después de la comida,
andando con la cabeza erguida y los hombros echados para atrás, es
muy provechoso.