Página 17 - El Ministerio de Curacion (1959)

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Nuestro ejemplo
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poder que éste ejercía en aquellos a quienes él procuraba bendecir y
salvar. Pero con todo, no flaqueó ni se desalentó.
En todas las cosas, sujetaba sus deseos estrictamente a su misión.
Glorificaba su vida subordinándola en todo a la voluntad de su Padre.
Cuando, en su juventud, su madre, al encontrarle en la escuela de los
rabinos, le dijo: “Hijo, ¿por qué nos has hecho así?” respondió, dando
la nota fundamental de la obra de su vida: “¿Por qué me buscabais?
¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me conviene estar?”
Lucas 2:48, 49
.
Era su vida una continua abnegación. No tuvo hogar en este
mundo, a no ser cuando la bondad de sus amigos proveía a sus
necesidades de sencillo caminante. Llevó en favor nuestro la vida de
los más pobres; anduvo y trabajó entre los menesterosos y dolientes.
Entraba y salía entre aquellos por quienes tanto hiciera sin que le
reconocieran ni le honraran.
Siempre se le veía paciente y alegre, y los afligidos le aclamaban
como mensajero de vida y paz. Veía las necesidades de hombres y
mujeres, de niños y jóvenes, y a todos invitaba diciéndoles: “Venid
a mí.”
Mateo 11:28
.
En el curso de su ministerio, dedicó Jesús más tiempo a la cura-
ción de los enfermos que a la predicación. Sus milagros atestiguaban
la verdad de lo que dijera, a saber que no había venido a destruir,
sino a salvar. Doquiera iba, las nuevas de su misericordia le prece-
dían. Donde había pasado se alegraban en plena salud los que habían
sido objeto de su compasión y usaban sus recuperadas facultades.
Muchedumbres los rodeaban para oírlos hablar de las obras que
había hecho el Señor. Su voz era para muchos el primer sonido que
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oyeran, su nombre la primera palabra que jamás pronunciaran, su
semblante el primero que jamás contemplaran. ¿Cómo no habrían de
amar a Jesús y darle gloria? Cuando pasaba por pueblos y ciudades,
era como corriente vital que derramara vida y gozo por todas partes.
“La tierra de Zabulón y la tierra de Neftalí,
hacia la mar, más allá del Jordán,
Galilea de las naciones;
el pueblo que estaba sentado en tinieblas
ha visto gran luz,
y a los sentados en la región y sombra de muerte,