Página 171 - El Ministerio de Curacion (1959)

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La cura mental
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la imaginación y contribuirá a resistir y vencer la enfermedad de la
mente y del cuerpo. Ejercitando la fuerza de voluntad para ponerse
en armonía con las leyes de la vida, los pacientes pueden cooperar en
gran manera con los esfuerzos del médico para su restablecimiento.
Son miles los que pueden recuperar la salud si quieren. El Señor
no desea que estén enfermos, sino que estén sanos y sean felices, y
ellos mismos deberían decidirse a estar buenos. Muchas veces los
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enfermizos pueden resistir a la enfermedad, negándose sencillamen-
te a rendirse al dolor y a permanecer inactivos. Sobrepónganse a sus
dolencias y emprendan alguna ocupación provechosa adecuada a su
fuerza. Mediante esta ocupación y el libre uso de aire y sol, muchos
enfermos demacrados podrían recuperar salud y fuerza.
Principios bíblicos acerca de la curación
Para los que quieran recuperar o conservar la salud hay una lec-
ción en las palabras de la Escritura: “No os embriaguéis de vino,
en lo cual hay disolución; mas sed llenos de Espíritu.”
Efesios 5:18
.
No es por medio de la excitación o del olvido producidos por esti-
mulantes malsanos y contrarios a la naturaleza, ni por ceder a los
apetitos y a las pasiones viles, cómo se obtendrá verdadera curación
o alivio para el cuerpo o el alma. Entre los enfermos hay muchos
que están sin Dios y sin esperanza. Sufren de deseos no satisfechos
y pasiones desordenadas, así como por la condenación de su propia
conciencia; van perdiendo esta vida actual, y no tienen esperanza
para la venidera. Los que cuidan a estos enfermos no pueden serles
útiles ofreciéndoles satisfacciones frívolas y excitantes, porque estas
cosas fueron la maldición de su vida. El alma hambrienta y sedienta
seguirá siéndolo mientras trate de encontrar satisfacción en este
mundo. Se engañan los que beben de la fuente del placer egoísta.
Confunden las risas con la fuerza, y pasada la excitación, concluye
también su inspiración y se quedan descontentos y desalentados.
La paz permanente, el verdadero descanso del espíritu, no tiene
más que una Fuente. De ella hablaba Cristo cuando decía: “Venid
a mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré
descansar.”
Mateo 11:28
. “La paz os dejo, mi paz os doy: no como
el mundo la da, yo os la doy.”
Juan 14:27
. Esta paz no es algo que él