Página 211 - El Ministerio de Curacion (1959)

Basic HTML Version

La alimentación y la salud
207
Conviene comer despacio y masticar perfectamente, para que la
saliva se mezcle debidamente con el alimento y los jugos digestivos
entren en acción.
Otro mal grave es el de comer a deshoras, como por ejemplo
después de un ejercicio violento y excesivo, o cuando se siente uno
extenuado o acalorado. Inmediatamente después de haber comido,
el organismo gasta un gran caudal de energía nerviosa; y cuando
la mente o el cuerpo están muy recargados inmediatamente antes
o después de la comida, la digestión queda entorpecida. Cuando se
siente uno agitado, inquieto o apurado, es mejor no comer antes de
haber obtenido descanso o sosiego.
Hay una estrecha relación entre el cerebro y el estómago, y cuan-
do éste enferma se substrae fuerza nerviosa del cerebro para auxiliar
a los órganos digestivos debilitados. Si esto sucede con demasiada
frecuencia, se congestiona el cerebro. Cuando la actividad cerebral
es continua y escasea el ejercicio físico, aun la comida sencilla de-
be tomarse con moderación. Al sentarse a la mesa, deséchense los
cuidados, las preocupaciones y todo apuro, para comer despacio
y alegremente, con el corazón lleno de agradecimiento a Dios por
todos sus beneficios.
Muchos de los que han descartado de su alimentación las carnes
[236]
y demás manjares perjudiciales, piensan que, por ser sus alimentos
sencillos y sanos, pueden ceder al apetito sin moderación alguna,
y comen con exceso y a veces se entregan a la glotonería. Es un
error. Los órganos digestivos no deben recargarse con una cantidad
o calidad de alimento cuya asimilación abrume al organismo.
La costumbre ha dispuesto que los manjares se sirvan a la mesa
en distintos platos. Como el comensal no sabe siempre qué plato
sigue, es posible que satisfaga su apetito con una cantidad de un
alimento que no es el que mejor le convendría. Cuando llega el
último plato se arriesga a excederse sirviéndose del postre tentador
que, en tal caso, le resulta perjudicial. Si todos los manjares de la
comida figuran en la mesa desde un principio, cada cual puede elegir
a su gusto.
A veces el resultado del exceso en el comer se deja sentir en
el acto. En otros casos no se nota dolor alguno; pero los órganos
digestivos pierden su poder vital y la fuerza física resulta minada en
su fundamento.