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El Ministerio de Curacion
con vuestros semejantes? ¿No sabéis que “no sois vuestros? Porque
comprados sois por precio: glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo
y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.”
1 Corintios 6:19, 20
.
“El vino es escarnecedor, la cerveza alborotadora;
y cualquiera que por ello errare, no será sabio.”
“¿Para quién será el ay? ¿para quién el ay? ¿para quién las
rencillas? ¿para quién las quejas? ¿para quién las heridas
en balde?
¿para quién lo amoratado de los ojos?
Para los que se detienen mucho en el vino,
para los que van buscando la mistura.
No mires al vino cuando rojea,
cuando resplandece su color en el vaso:
éntrase suavemente; mas al fin como serpiente morderá,
y como basilisco dará dolor.”
Proverbios 20:1
;
23:29-32
.
[254]
Ninguna mano humana pintó jamás un cuadro más vivo del envi-
lecimiento y la esclavitud de la víctima de las bebidas embriagantes.
Sujetada, degradada, no puede librarse del lazo, ni siquiera cuando
llega a darse cuenta de su estado, y dice: “Aún lo tornaré a buscar.”
Vers. 35
.
No se necesitan argumentos para demostrar los malos efectos de
las bebidas embriagantes en el borracho. Los ofuscados y embrute-
cidos desechos de la humanidad, almas por quienes Cristo murió y
por las cuales lloran los ángeles, se ven en todas partes. Constituyen
un baldón para nuestra orgullosa civilización. Son la vergüenza, la
maldición y el peligro de todos los países.
¿Y quién puede describir la miseria, la agonía, la desesperación
que esconde el hogar del bebedor? Pensad en la esposa, mujer mu-
chas veces de refinada educación, de sentimientos delicados, a quien
la suerte ha unido a un ser humano que fué luego embrutecido por
la bebida o transformado en un demonio. Pensad en los hijos que
viven privados de las comodidades del hogar y de la educación, ate-
rrorizados por el que debería ser su orgullo y su amparo, arrojados
al mundo llevando impreso el estigma de la vergüenza, y víctimas
muchas veces de la maldita sed hereditaria del borracho.