Página 231 - El Ministerio de Curacion (1959)

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Estimulantes y narcóticos
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¿cómo pueden contribuir a ofrecerle lo que ha de ser para él un lazo
peligroso?
Muchas veces la intemperancia empieza en el hogar. Debido
al uso de alimentos muy sazonados y malsanos, los órganos de la
digestión se debilitan, y se despierta un deseo de consumir alimento
aún más estimulante. Así se incita al apetito a exigir de continuo
algo más fuerte. El ansia de estimulantes se vuelve cada vez más
frecuente y difícil de resistir. El organismo va llenándose de venenos
y cuanto más se debilita, mayor es el deseo que siente de estas cosas.
Un paso dado en mala dirección prepara el camino a otro paso
peor. Muchos que no quisieran hacerse culpables de poner sobre
la mesa vino o bebidas embriagantes no reparan en recargarla con
alimentos que despiertan tal sed de bebidas fuertes, que se hace casi
imposible resistir a la tentación. Los malos hábitos en el comer y
beber quebrantan la salud y preparan el camino para la costumbre
de emborracharse.
Muy pronto habría poca necesidad de hacer cruzadas antial-
cohólicas si a la juventud que forma y modela a la sociedad, se le
inculcaran buenos principios de temperancia. Emprendan los padres
una cruzada antialcohólica en sus propios hogares, mediante los
principios que enseñen a sus hijos para que éstos los sigan desde la
infancia, y podrán entonces esperar éxito.
Es obra de las madres ayudar a sus hijos a adquirir hábitos
correctos y gustos puros. Eduquen el apetito; enseñen a sus hijos
a aborrecer los estimulantes. Críen a los hijos de modo que tengan
vigor moral para resistir al mal que los rodea. Enséñenles a no dejarse
desviar por nadie, a no ceder a ninguna influencia por fuerte que sea,
sino a ejercer ellos mismos influencia sobre los demás para el bien.
Se hacen grandes esfuerzos para acabar con la intemperancia;
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pero muchos de ellos no están bien dirigidos. Los abogados de
la reforma en favor de la temperancia deberían estar apercibidos
contra los pésimos resultados del consumo de alimentos malsanos,
de condimentos, del té y del café. Deseamos buen éxito a todos los
que trabajan en la causa de la temperancia; pero los invitamos a que
observen más profundamente la causa del mal que combaten, y a
que sean ellos mismos consecuentes en la reforma.
Debe recordarse de continuo a la gente que el equilibrio de
sus facultades mentales y morales depende en gran parte de las