228
El Ministerio de Curacion
buenas condiciones de su organismo físico. Todos los narcóticos
y estimulantes artificiales que debilitan y degradan la naturaleza
física tienden también a deprimir la inteligencia y la moralidad. La
intemperancia es la raíz de la depravación moral del mundo. Al
satisfacer sus apetitos pervertidos, el hombre pierde la facultad de
resistir a la tentación.
Los que trabajan en favor de la temperancia tienen que educar al
pueblo en este sentido. Enséñenle que la salud, el carácter y aun la vi-
da, corren peligro por el uso de estimulantes que excitan las energías
exhaustas para que actúen en forma antinatural y espasmódica.
En cuanto al té, al café, al tabaco y a las bebidas alcohólicas, la
única conducta exenta de peligro consiste en no tocarlos, ni probar-
los, ni tener nada que ver con ellos. El efecto del té, del café y de
las bebidas semejantes es comparable al del alcohol y del tabaco, y
en algunos casos el hábito de consumirlos es tan difícil de vencer
como lo es para el borracho renunciar a las bebidas alcohólicas. Los
que intenten romper con estos estimulantes los echarán de menos
por algún tiempo, y sufrirán por falta de ellos; pero si perseveran,
llegarán a vencer su ardiente deseo, y dejarán de echarlos de menos.
La naturaleza necesita algún tiempo para reponerse del abuso a que
se la ha sometido; pero désele una oportunidad, y volverá a rehacerse
y a desempeñar su tarea noblemente y con toda perfección.
[259]