Página 233 - El Ministerio de Curacion (1959)

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El comercio de las bebidas alcohólicas
“¡Ay del que edifica su casa y no en justicia, y sus salas y no
en juicio! ... Que dice: Edificaré para mí casa espaciosa, y airosas
salas; y le abre ventanas, y la cubre de cedro, y la pinta de bermellón.
¿Reinarás porque te cercas de cedro? ... Mas tus ojos y tu corazón no
son sino a tu avaricia, y a derramar la sangre inocente, y a opresión,
y a hacer agravio.”
Jeremías 22:13-17
.
La actuación del vendedor de bebidas
Este pasaje describe la obra de los que fabrican y venden be-
bidas embriagantes. Su negocio viene a ser un robo. Por el dinero
que perciben, no devuelven equivalente alguno. Cada moneda que
añaden a sus ganancias ha dejado una maldición al que la gastó.
Con mano generosa Dios derrama sus bendiciones sobre los
hombres. Si sus dones fueran empleados con prudencia, ¡cuán poca
pobreza y miseria conocería el mundo! La iniquidad humana trueca
las bendiciones divinas en otras tantas maldiciones. El lucro y la
perversión del apetito convierten los cereales y las frutas dadas para
nuestro alimento, en venenos que acarrean miseria y ruina.
Cada año se consumen millones y millones de litros de bebidas
embriagantes. Millones y millones de pesos se gastan en comprar mi-
seria, pobreza, enfermedad, degradación, pasiones, crimen y muerte.
Por amor al lucro el tabernero expende a sus víctimas lo que corrom-
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pe y destruye la mente y el cuerpo. El es quien perpetúa en casa del
beodo la pobreza y la desdicha.
Muerta su víctima, no concluyen por eso las exacciones del ven-
dedor. Roba a la viuda, y reduce a los huérfanos a la mendicidad.
No vacila en quitar a la familia desamparada las cosas más nece-
sarias para la vida, para cobrar la cuenta de bebidas del marido y
padre. El clamor de los niños que padecen, las lágrimas de la madre
agonizante, le exasperan. ¿Qué le importa que estos pobres mueran
de hambre, o que se hundan en la degradación y la ruina? El se
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