Página 238 - El Ministerio de Curacion (1959)

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El Ministerio de Curacion
¿cuánto mayor no será el crimen que consiste en sancionar la obra
del vendedor de bebidas?
Concédense patentes en atención a la renta que producen para
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el tesoro público. Pero, ¿qué es esta renta comparada con los enor-
mes gastos que ocasionan los criminales, los locos, el pauperismo,
frutos todos del comercio del alcohol? Estando bajo la influencia
de la bebida, un hombre comete un crimen; se le procesa, y quienes
legalizaron el tráfico de las bebidas se ven obligados a encarar las
consecuencias de su propia obra. Autorizaron la venta de bebidas
que privan al hombre de la razón, y ahora tienen que mandar a este
hombre a la cárcel o a la horca, dejando a menudo sin recursos a una
viuda y sus hijos, quienes quedarán a cargo de la comunidad en que
vivan.
Si se considera tan sólo el aspecto financiero del asunto, ¡cuán
insensato es tolerar semejante negocio! Pero, ¿qué rentas pueden
compensar la pérdida de la razón, el envilecimiento y la deformación
de la imagen de Dios en el hombre, así como la ruina de los niños
que, reducidos al pauperismo y a la degradación, perpetuarán en sus
propios hijos las malas inclinaciones de sus padres beodos?
La prohibición
El hombre que contrajo el hábito de la bebida se encuentra en
una situación desesperada. Su cerebro está enfermo y su voluntad
debilitada. En lo que toca a su propia fuerza, sus apetitos son in-
gobernables. No se puede razonar con él ni persuadirle a que se
niegue a sí mismo. El que ha sido arrastrado a los antros del vicio,
por mucho que haya resuelto no beber más, se ve inducido a llevar
de nuevo la copa a sus labios; y apenas pruebe la bebida, sus más
firmes resoluciones quedarán vencidas, y aniquilado todo vestigio
de voluntad. Al volver a probar la enloquecedora bebida, se le des-
vanece todo pensamiento relativo a los resultados. Se olvida de la
esposa transida de dolor. Al padre pervertido ya no le importa que
sus hijos sufran hambre y desnudez. Al legalizar el tráfico de las
bebidas alcohólicas, la ley sanciona la ruina del alma, y se niega a
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contener el desarrollo de un comercio que llena al mundo de males.
¿Debe esto continuar así? ¿Seguirán las almas luchando por la
victoria, teniendo ante ellas y abiertas de par en par las puertas de la