Página 241 - El Ministerio de Curacion (1959)

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El ministerio del hogar
La restauración y el levantamiento de la humanidad empiezan
en el hogar. La obra de los padres es cimiento de toda otra obra. La
sociedad se compone de familias, y será lo que la hagan las cabezas
de familia. Del corazón “mana la vida” (
Proverbios 4:23
), y el hogar
es el corazón de la sociedad, de la iglesia y de la nación. El bienestar
de la sociedad, el buen éxito de la iglesia y la prosperidad de la
nación dependen de la influencia del hogar.
La importancia y las oportunidades de la vida del hogar resaltan
en la vida de Jesús. El que vino del cielo para ser nuestro ejemplo y
maestro pasó treinta años formando parte de una familia en Nazaret.
Poco dice la Biblia acerca de esos treinta años. Durante ellos no
hubo milagros notables que llamaran la atención del pueblo. No
hubo muchedumbres que siguieran con ansia los pasos del Señor
o que prestaran oídos a sus palabras. Y no obstante, durante todos
esos años el Señor desempeñaba su misión divina. Vivía como uno
de nosotros, compartiendo la vida del hogar a cuya disciplina se
sometía, cumpliendo los deberes domésticos y cargando con su parte
de responsabilidad. Al amparo del humilde hogar, participando de
las experiencias de nuestra suerte común, “Jesús crecía en sabiduría,
y en edad, y en gracia para con Dios y los hombres.”
Lucas 2:52
.
Durante todos esos años de retiro, la vida del Señor fluyó en
raudales de simpatía y servicio. Su desprendimiento y su paciencia,
su valor y su fidelidad, su resistencia a la tentación, su paz inagotable
y su dulce gozo eran una inspiración continua. Traía consigo al
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hogar un ambiente puro y dulce, y su vida fué como levadura activa
entre los elementos de la sociedad. Nadie decía que había hecho un
milagro; y sin embargo emanaba de él virtud: el poder restaurador y
vivificante del amor que fluía hacia los tentados, los enfermos y los
desalentados. Desde tierna edad, servía directamente a los demás,
de modo que cuando inició su ministerio público, muchos le oyeron
gozosos.
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