Página 249 - El Ministerio de Curacion (1959)

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Los fundadores del hogar
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y el corazón se vuelve desolado y frío. Debemos guardarnos de este
error. El amor no puede durar mucho si no se le da expresión. No
permitáis que el corazón de quienes os acompañen se agoste por
falta de bondad y simpatía de parte vuestra.
Aunque se susciten dificultades, congojas y desalientos, no abri-
guen jamás ni el marido ni la mujer el pensamiento de que su unión
es un error o una decepción. Resuélvase cada uno de ellos a ser para
el otro cuanto le sea posible. Sigan teniendo uno para con otro los
miramientos que se tenían al principio. Aliéntense uno a otro en las
luchas de la vida. Procure cada uno favorecer la felicidad del otro.
Haya entre ellos amor mutuo y sopórtense uno a otro. Entonces el
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casamiento, en vez de ser la terminación del amor, será más bien su
verdadero comienzo. El calor de la verdadera amistad, el amor que
une un corazón al otro, es sabor anticipado de los goces del cielo.
Alrededor de cada familia se extiende un círculo sagrado que
no debe romperse. Nadie tiene derecho a entrar en este círculo.
No permitan el marido ni la mujer que un extraño comparta las
confidencias que a ellos solos importan.
Ame cada uno de ellos al otro antes de exigir que el otro le ame.
Cultive lo más noble que haya en sí y esté pronto a reconocer las
buenas cualidades del otro. El saberse apreciado es un admirable
estímulo y motivo de satisfacción. La simpatía y el respeto alientan
el esfuerzo por alcanzar la excelencia, y el amor aumenta al estimular
la persecución de fines cada vez más nobles.
Ni el marido ni la mujer deben fundir su individualidad en la de
su cónyuge. Cada cual tiene su relación personal con Dios. A él tiene
que preguntarle cada uno: “¿Qué es bueno? ¿Qué es malo? ¿Cómo
cumpliré mejor el propósito de la vida?” Fluya el caudal del cariño
de cada uno hacia Aquel que dió su vida por ellos. Considérese a
Cristo el primero, el último y el mejor en todo. En la medida en
que vuestro amor a Cristo se profundice y fortalezca, se purificará y
fortalecerá vuestro amor mutuo.
El espíritu que Cristo manifiesta para con nosotros es el espíritu
que marido y mujer deben manifestar uno con otro. “Andad en amor,
como también Cristo nos amó.” “Así que, como la iglesia está sujeta
a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.
Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia,
y se entregó a sí mismo por ella.”
Efesios 5:2, 24, 25
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