Página 250 - El Ministerio de Curacion (1959)

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El Ministerio de Curacion
Ni el marido ni la mujer deben pensar en ejercer gobierno ar-
bitrario uno sobre otro. No intentéis imponer vuestros deseos uno
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a otro. No podéis hacer esto y conservar el amor mutuo. Sed bon-
dadosos, pacientes, indulgentes, considerados y corteses. Mediante
la gracia de Dios podéis haceros felices el uno al otro, tal como lo
prometisteis al casaros.
Felicidad en el servicio abnegado
Tened presente, sin embargo, que la felicidad no se encuentra
en retraeros de los demás conformándoos con prodigaros todo el
cariño de que sois capaces. Aprovechad toda oportunidad que se
os presente para contribuir a labrar la felicidad de los que os ro-
dean. Recordad que el gozo verdadero sólo se encuentra en servir
desinteresadamente.
La indulgencia y la abnegación caracterizan las palabras y los
actos de los que viven la vida nueva en Cristo. Al esforzaros por
llevar la vida que Cristo llevó, al procurar dominar el yo y el egoísmo,
así como al atender a las necesidades de los demás, ganaréis una
victoria tras otra. Vuestra influencia será entonces una bendición
para el mundo.
Hombres y mujeres pueden alcanzar el ideal que Dios les señala
si aceptan la ayuda de Cristo. Lo que la humana sabiduría no puede
lograr, la gracia de Dios lo hará en quienes se entregan a él con amor
y confianza. Su providencia puede unir los corazones con lazos de
origen celestial. El amor no será tan sólo un intercambio de palabras
dulces y aduladoras. El telar del cielo teje con urdimbre y trama
más finas, pero más firmes, que las de los telares de esta tierra. Su
producto no es una tela endeble, sino un tejido capaz de resistir
cualquiera prueba, por dura que sea. El corazón quedará unido al
corazón con los áureos lazos de un amor perdurable.
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