Página 253 - El Ministerio de Curacion (1959)

Basic HTML Version

Elección y arreglo del hogar
249
de los hombres que en tiempos posteriores desempeñaron cargos de
confianza y responsabilidad, de los hombres cuya influencia fué de
las más eficaces para la regeneración del mundo.
¡Cuántos de estos hombres se criaron en humildes hogares del
campo! Poco supieron de lujos. No malgastaron su juventud en
diversiones. Muchos de ellos tuvieron que luchar con la pobreza y
las dificultades. Muy jóvenes aún aprendieron a trabajar, y su vida
activa al aire libre dió vigor y elasticidad a todas sus facultades.
Obligados a depender de sus propios recursos, aprendieron a luchar
con las dificultades y a vencer los obstáculos, con lo que adquirieron
valor y perseverancia. Aprendieron a tener confianza en sí mismos y
dominio propio. Apartados en gran medida de las malas compañías,
se contentaban con placeres naturales y buenas compañías. Sus
gustos eran sencillos, y templados sus hábitos. Se dejaban dirigir
por principios, y crecían puros, fuertes y veraces. Al ser llamados a
efectuar la obra principal de su vida, pusieron en juego vigor físico y
mental, buen ánimo, capacidad para idear y ejecutar planes, firmeza
para resistir al mal, y todo esto hizo de ellos verdaderas potencias
[284]
para el bien en el mundo.
Mejor que cualquier herencia de riquezas que podáis dejar a
vuestros hijos será la dádiva de un cuerpo vigoroso, una mente
sana y un carácter noble. Quienes comprendan lo que constituye el
verdadero éxito de la vida serán sabios a tiempo. Al establecer un
hogar recordarán las mejores cosas de la vida.
En vez de vivir donde sólo pueden verse las obras de los hombres
y donde lo que se ve y se oye sugiere a menudo malos pensamientos,
donde el alboroto y la confusión producen cansancio e inquietud,
id a vivir donde podáis contemplar las obras de Dios. Hallad la paz
del espíritu en la belleza, quietud y solaz de la naturaleza. Descanse
vuestra vista en los campos verdes, las arboledas y los collados.
Mirad hacia arriba, al firmamento azul que el polvo y el humo de
las ciudades no obscurecieron, y respirad el aire vigorizador del
cielo. Id adonde, lejos de las distracciones y disipaciones de la vida
de la ciudad, podáis dar vuestro compañerismo a vuestros hijos y
enseñarles a conocer a Dios por medio de sus obras y prepararlos
para una vida de integridad y utilidad.