Página 265 - El Ministerio de Curacion (1959)

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El niño
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Cuando los niños salen de la infancia todavía hay que educar
con el mayor cuidado sus gustos y apetitos. Muchas veces se les
permite comer lo que quieren y cuando quieren, sin tener en cuenta
su salud. El trabajo y el dinero tantas veces malgastados en golosinas
perjudiciales para la salud inducen al joven a pensar que el supremo
objeto de la vida, y lo que reporta mayor felicidad, es poder satisfacer
los apetitos. El resultado de tal educación es que el niño se vuelve
glotón; después le sobrevienen las enfermedades, que son seguidas
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generalmente por la administración de drogas venenosas.
Los padres deben educar los apetitos de sus hijos, y no permitir
que hagan uso de alimentos nocivos para la salud. Pero en el esfuerzo
por regular la alimentación, debemos cuidar de no cometer el error
de exigir a los niños que coman cosas desagradables, ni más de lo
necesario. Los niños tienen derechos y preferencias que, cuando son
razonables, deben respetarse.
Hay que observar cuidadosamente la regularidad en las comidas.
Al niño no se le debe dar de comer entre comidas, ni pasteles, ni
nueces, ni frutas, ni manjar de ninguna clase. La irregularidad en
las comidas destruye el tono sano de los órganos de la digestión,
en perjuicio de la salud y del buen humor. Y cuando los niños se
sientan a la mesa, no toman con gusto el alimento sano; su apetito
clama por manjares nocivos.
Las madres que satisfacen los deseos de sus hijos a costa de la
salud y del genio alegre, siembran males que no dejarán de brotar y
llevar fruto. El empeño por satisfacer los apetitos se intensifica en
los niños a medida que crecen, y queda sacrificado el vigor mental
y físico. Las madres que obran así cosechan con amargura lo que
han sembrado. Ven a sus hijos criarse incapacitados en su mente y
carácter para desempeñar noble y provechoso papel en la sociedad o
en la familia. Las facultades espirituales, intelectuales y físicas se
menoscaban por la influencia del alimento malsano. La conciencia
se embota, y se debilita la disposición a recibir buenas impresiones.
Cómo cuidar a los niños enfermos
Mientras se les enseña a los niños a dominar su apetito y a comer
teniendo en cuenta los intereses de la salud, hágaseles ver que sólo
se privan de lo que les sería perjudicial; que renuncian a ello por