Página 278 - El Ministerio de Curacion (1959)

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El Ministerio de Curacion
Todo niño y todo joven deben tener algún conocimiento de sí
mismos. Deben conocer la habitación física que Dios les ha dado,
y las leyes mediante las cuales pueden conservarla sana. Todos
deben obtener una comprensión cabal de los ramos comunes de la
educación. Todos deben adquirir una preparación industrial que haga
de ellos hombres y mujeres prácticos, idóneos para los deberes de
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la vida diaria. A esto hay que añadir la enseñanza y la experiencia
práctica en varios ramos del esfuerzo misionero.
Se aprende enseñando
Progresen los jóvenes tan rápidamente y tanto como puedan en
la adquisición de conocimientos. Tenga su campo de estudios toda
la amplitud que sus facultades puedan abarcar. Al aprender algo,
comuníquenlo a otros. Así su inteligencia adquirirá disciplina y
poder. El uso que hagan de sus conocimientos determinará el valor
de su educación. Dedicar mucho tiempo al estudio, sin hacer esfuerzo
alguno por comunicar a otros lo que se aprende, es a menudo un
impedimento más bien que una ayuda para el verdadero desarrollo.
En el hogar y en la escuela debe el estudiante esforzarse por aprender
a estudiar y a comunicar el conocimiento adquirido. Cualquiera que
sea su vocación, tendrá que aprender y enseñar durante toda su vida.
Así podrá progresar continuamente, haciendo de Dios su confidente
y aferrándose a Aquel que es infinito en sabiduría, que puede revelar
los secretos ocultos durante siglos y resolver los problemas más
difíciles para los que creen en él.
La Palabra de Dios da mucha importancia a la influencia que
las compañías ejercen hasta en los hombres y las mujeres. ¡Cuánto
mayor será tal influencia en la mente y el carácter de los niños y los
jóvenes! Las personas a quienes traten, los principios que adopten,
los hábitos que contraigan, determinarán el grado de utilidad que
alcancen en esta vida y cuáles serán sus intereses futuros y eternos.
Es una realidad terrible, que debiera estremecer el corazón de
los padres, el que en tantas escuelas y colegios adonde se manda a
la juventud para recibir cultura y disciplina intelectual, prevalezcan
influencias que deforman el carácter, distraen el espíritu del objeto
verdadero de la vida y pervierten la moralidad. Mediante el trato
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con personas sin religión, amigas de los placeres y depravadas,