Página 337 - El Ministerio de Curacion (1959)

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Ayuda en la vida cotidiana
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Los planes de Dios son los mejores
Nuestros planes no son siempre los de Dios. Puede suceder
que él vea que lo mejor para nosotros y para su causa consiste en
desechar nuestras mejores intenciones, como en el caso de David.
Pero podemos estar seguros de que bendecirá y empleará en el
adelanto de su causa a quienes se dediquen sinceramente, con todo
lo que tienen, a la gloria de Dios. Si él ve que es mejor no acceder a
los deseos de sus siervos, compensará su negativa concediéndoles
señales de su amor y encomendándoles otro servicio.
En su amante cuidado e interés por nosotros, muchas veces Aquel
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que nos comprende mejor de lo que nos comprendemos a nosotros
mismos, se niega a permitirnos que procuremos con egoísmo la sa-
tisfacción de nuestra ambición. No permite que pasemos por alto los
deberes sencillos pero sagrados que tenemos más a mano. Muchas
veces estos deberes entrañan la verdadera preparación indispensable
para una obra superior. Muchas veces nuestros planes fracasan para
que los de Dios respecto a nosotros tengan éxito.
Nunca se nos exige que hagamos un verdadero sacrificio por
Dios. Nos pide él que le cedamos muchas cosas; pero al hacerlo
no nos despojamos más que de lo que nos impide avanzar hacia el
cielo. Aun cuando nos invita a renunciar a cosas que en sí mismas
son buenas, podemos estar seguros de que Dios nos prepara algún
bien superior.
En la vida futura, se aclararán los misterios que aquí nos han
preocupado y chasqueado. Veremos que las oraciones que nos pa-
recían desatendidas y las esperanzas defraudadas figuraron entre
nuestras mayores bendiciones.
Debemos considerar todo deber, por muy humilde que sea, como
sagrado por ser parte del servicio de Dios. Nuestra oración cotidiana
debería ser: “Señor, ayúdame a hacer lo mejor que pueda. Enséña-
me a hacer mejor mi trabajo. Dame energía y alegría. Ayúdame a
compartir en mi servicio el amante ministerio del Salvador.”
Una lección sacada de la vida de Moisés
Considerad lo que ocurrió a Moisés. La educación que había
recibido en Egipto como nieto del rey y presunto heredero del trono,