Página 340 - El Ministerio de Curacion (1959)

Basic HTML Version

336
El Ministerio de Curacion
encomendada, serán los que oirán en el momento señalado por Dios
su invitación: “Sube más arriba.”
Mientras los pastores velaban sobre sus rebaños en los collados
de Belén, ángeles del cielo los visitaron. También hoy, mientras el
humilde obrero de Dios desempeña su labor, ángeles de Dios están
a su lado, escuchando sus palabras, observando cómo trabaja, para
ver si se le pueden encomendar mayores responsabilidades.
No estima Dios a los hombres por su fortuna, su educación o su
posición social. Los aprecia por la pureza de sus móviles y la belleza
de su carácter. Se fija en qué medida poseen el Espíritu Santo, y en
el grado de semejanza de su vida con la divina. Ser grande en el
reino de Dios es ser como un niño en humildad, en fe sencilla y en
pureza de amor.
“Sabéis—dijo Cristo—que los príncipes de los Gentiles se ense-
ñorean sobre ellos, y los que son grandes ejercen sobre ellos potestad.
Mas entre vosotros no será así; sino el que quisiere entre vosotros
hacerse grande, será vuestro servidor.”
Mateo 20:25, 26
.
Planes para el futuro
De todos los dones que el Cielo pueda conceder a los hombres, la
comunión con Cristo en sus padecimientos es el mayor cometido y
el más alto honor. Ni Enoc, el que fué trasladado al cielo, ni Elías, el
[380]
que ascendió en un carro de fuego, fueron mayores o más honrados
que Juan el Bautista, que murió en la soledad de un calabozo. “A
vosotros es concedido por Cristo, no sólo que creáis en él, sino
también que padezcáis por él.”
Filipenses 1:29
.
Muchos son incapaces de idear planes definidos para lo porvenir.
Su vida es inestable. No pueden entrever el desenlace de los asuntos,
y esto los llena a menudo de ansiedad e inquietud. Recordemos que
la vida de los hijos de Dios en este mundo es vida de peregrino.
No tenemos sabiduría para planear nuestra vida. No nos incumbe
amoldar lo futuro en nuestra existencia. “Por la fe Abraham, siendo
llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir por heredad;
y salió sin saber dónde iba.”
Hebreos 11:8
.
Cristo, en su vida terrenal, no se trazó planes personales. Aceptó
los planes de Dios para él, y día tras día el Padre se los revelaba. Así
deberíamos nosotros también depender de Dios, para que nuestras