Página 346 - El Ministerio de Curacion (1959)

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El Ministerio de Curacion
suelen surgir en nuestro trato con los demás. Piensen o hagan ellos lo
que quieran con respecto a nosotros, nada debe turbar nuestra unión
con Cristo, nuestra comunión con el Espíritu Santo. “¿Qué gloria es,
si pecando vosotros sois abofeteados, y lo sufrís? mas si haciendo
bien sois afligidos, y lo sufrís, esto ciertamente es agradable delante
de Dios.”
1 Pedro 2:20
.
No os desquitéis. En cuanto os sea posible, quitad toda causa de
falsa aprensión. Evitad la apariencia del mal. Haced cuanto podáis,
sin sacrificar los principios cristianos, para conciliaros con los demás.
“Si trajeres tu presente al altar, y allí te acordares de que tu hermano
tiene algo contra ti, deja allí tu presente delante del altar, y vete,
vuelve primero en amistad con tu hermano, y entonces ven y ofrece
tu presente.”
Mateo 5:23, 24
.
Si os dicen palabras violentas, no repliquéis jamás con el mismo
espíritu. Recordad que “la blanda respuesta quita la ira.”
Proverbios
15:1
. Y hay un poder maravilloso en el silencio. A veces las palabras
que se le dicen al que está enfadado no sirven sino para exasperarlo.
Pero pronto se desvanece el enojo contestado con el silencio, con
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espíritu cariñoso y paciente.
Bajo la granizada de palabras punzantes de acre censura, mante-
ned vuestro espíritu firme en la Palabra de Dios. Atesoren vuestro
espíritu y vuestro corazón las promesas de Dios. Si se os trata mal o
si se os censura sin motivo, en vez de replicar con enojo, repetíos
las preciosas promesas:
“No seas vencido de lo malo; mas vence con el bien el mal.”
Romanos 12:21
.
“Encomienda a Jehová tu camino, y espera en él; y él hará. Y
exhibirá tu justicia como la luz, y tus derechos como el mediodía.”
Salmos 37:5, 6
.
“Nada hay encubierto, que no haya de ser descubierto; ni oculto,
que no haya de ser sabido.”
Lucas 12:2
.
“Hombres hiciste subir sobre nuestra cabeza; entramos en fuego
y en aguas, y sacástenos a hartura.”
Salmos 66:12
.
Propendemos a buscar simpatía y aliento en nuestro prójimo, en
vez de mirar a Jesús. En su misericordia y fidelidad, Dios permite
muchas veces que aquellos en quienes ponemos nuestra confianza
nos chasqueen, para que aprendamos cuán vano es confiar en el hom-
bre y hacer de la carne nuestro brazo. Confiemos completa, humilde